Por Maribel Hastings, asesora ejecutiva de America’s Voice
TAMPA, Florida – El fenómeno atmosférico Isaac no debería ser la única preocupación de los republicanos congregados en Tampa esta semana al arrancar la Convención Nacional Republicana que el jueves corona oficialmente a Mitt Romney como su candidato a la presidencia de Estados Unidos.
Les debería preocupar, y mucho, que su partido se haya convertido en una institución casi monolítica donde otras ideas y otros grupos no son verdaderamente bienvenidos. Debería preocuparles ignorar la realidad demográfica de la nación, la importancia de las minorías, particularmente de los hispanos, para su supervivencia política, y el hecho de que las figuras latinas que coloquen como símbolos en sus programas diarios durante la convención y que les sirven de emisarios no borran la otra realidad de que la plataforma de su partido y las políticas que defienden, promueven o sobre las cuales guardan silencio, cuentan la verdadera historia: que el Partido Republicano es una especie de isla apartada que se sostiene únicamente con el apoyo de su base conservadora y se muestra hostil hacia la principal minoría étnica del país, los hispanos, y a los asuntos que les preocupan, como la inmigración.
Una isla que tiene como aliados a algunas de las principales figuras antiinmigrantes del país. Para muestras, un botón.
El Secretario de Estado de Kansas, Kris Kobach, cerebro y arquitecto de las leyes más antiinmigrantes de la nación, la SB 1070 de Arizona y la HB 56 de Alabama, es asesor de la campaña de Romney y es la fuerza tras la plataforma de línea dura en materia migratoria del partido.
Y aunque siempre hay un debate sobre si las plataformas tienen algún verdadero valor, se trata del consenso entre los líderes del partido, entre los cuales figura Romney, y sus grupos de interés sobre su visión de los asuntos.
En este caso, una plataforma que propone un plan de trabajadores huéspedes como carnada mientras se reafirma en sus otras posturas: muros fronterizos, un programa obligatorio de E-Verify, oposición a ciudades santuario, y revertir las demandas del Departamento de Justicia contra estados que han aprobado leyes antiinmigrantes, entre otras cosas.
La pregunta central, qué hacer con los 11 millones de indocumentados, sigue respondiéndose como hizo Romney en el proceso primarista: con la autodeportación, o como dice el borrador del documento, promoviendo “procesos humanos para alentar a los extranjeros ilegales a regresar voluntariamente a sus países de origen”.
No hay mención de la Acción Diferida que permitirá que casi 2 millones de jóvenes indocumentados conocidos como Soñadores obtengan una protección temporal de la deportación y un permiso de trabajo. No se dice, como Romney tampoco ha dicho, cuáles son los planes con la Acción Diferida si Romney es electo presidente. ¿Revocarla? Romney prometió vetar el DREAM Act que legalizaría a estos jóvenes y dice que ofrecerá una solución permanente pero no aclara cuál.
Pero hay un dato revelador: el jueves se supo que integrantes del Sindicato del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y el grupo NumbersUSA, que promueve una moratoria en la inmigración, demandaron al Departamento de Seguridad Nacional (DHS) y a ICE para bloquear la implementación de la Acción Diferida. ¿Y quién es el representante legal del sindicato de ICE y de Numbers USA? Kris Kobach. Dime con quién andas, y te diré quién eres.
Así llegan Romney y los republicanos al evento que da el pistoletazo a la carrera de obstáculos que culmina el martes 6 de noviembre. Con un evidente problema hispano sustentando por los sondeos que colocan su nivel de apoyo entre los latinos por debajo del 30%, pero con la esperanza de capitalizar con la falta de entusiasmo que de momento muestran muchos votantes latinos.
Su estrategia no es impulsar políticas que atraigan latinos sino erosionar el porcentaje de apoyo latino a Obama.
Irónicamente se dice que los elefantes tienen buena memoria. Este caso parece ser la excepción porque estos elefantes reunidos en Tampa han olvidado y desechado, para su perjuicio, las ganancias logradas por figuras como George W. Bush que entendían la importancia del voto latino en su futuro como colectividad. Y lo han desechado, lamentablemente, figuras republicanas hispanas que trabajaron hombro con hombro con Bush y que ahora defienden como autómatas a un candidato que sólo ha perpetuado la imagen antihispana y antiinmigrante de los republicanos.
Esta semana se congregan en Tampa los elefantes desmemoriados.