Por Maribel Hastings, asesora ejecutiva de America’s Voice:
WASHINGTON, DC – Sin lugar a dudas el tema de la inmigración o más bien el manejo que dieron los candidatos al tema de la inmigración fue determinante en que los electores hispanos del país se volcaran a favor del presidente Barack Obama garantizando su reelección.
Igualmente, las posturas migratorias extremistas del abanderado republicano, Mitt Romney, fueron determinantes en el rechazo de los electores hispanos a su candidatura.
Obama habría obtenido el mayor porcentaje del voto latino jamás registrado por un candidato, según un sondeo de víspera electoral de Latino Decisions e ImpreMedia: 75%, superando el 72% del sufragio hispano logrado por Bill Clinton en los comicios de 1992. Otros sondeos colocan el voto latino por Obama entre 69% y 71%, de todos modos superando el 67% que obtuvo en 2008. Y Romney, de acuerdo al mismo sondeo de Latino Decisions, habría logrado uno de los índices más bajos de apoyo hispano, 23%, superado solamente por el 21% que logró Bob Dole en 1996. Obama mantuvo estados claves que ganó en 2008: Florida, Nevada, Colorado, Nuevo México, Virginia y Ohio. Perdió otros que estuvieron en su columna en 2008, como Carolina del Norte, donde se impuso Romney con el abrumador apoyo de electores blancos y mayores.
De esta forma, los resultados electorales confirman el papel de la inmigración en definir a candidatos y partidos entre los electores hispanos y en determinar cómo y por quién votarán esos votantes latinos.
Obama no pudo cumplir su promesa de impulsar una reforma migratoria amplia en su primer mandato y bajo su presidencia se rompieron récords de deportaciones. En un momento dado, sus cifras de apoyo entre los votantes latinos se redujeron. Pero su decisión de amparar temporalmente de la deportación a jóvenes indocumentados o Soñadores mediante la Acción Diferida fue instrumental en la movilización de votantes latinos a través del país. Y ésto no fue sólo entre los votantes hispanos naturalizados sino entre los nacidos en Estados Unidos y de diversas generaciones.
Un amplio porcentaje de votantes latinos acudieron a las urnas y la Asociación Nacional de Funcionarios Latinos Electos y Designados calculó que serían 12.2 millones, un alza de 26% con respecto a 2008.
Los sondeos de víspera electoral de la firma Latino Decisions para ImpreMedia encontraron que la inmigración ocupó un sólido segundo lugar entre los temas más importantes para los electores latinos del país, superado sólo por la economía y los trabajos, y en estados como Arizona y Carolina del Norte la inmigración superó a los empleos y la economía.
La inmigración mostró ser un arma movilizadora del voto latino a favor y en contra de candidatos. Mientras Obama fue favorecido, Romney fue desechado por los votantes latinos quienes se sintieron menos entusiasmados por las posturas más radicales de Romney: su oposición a una reforma migratoria integral, su apoyo al concepto de autodeportación, su promesa de vetar el DREAM Act, si fuese electo presidente y el proyecto cruzara sus manos, y su afirmación de que la ley antiinmigrante SB 1070 de Arizona debía ser modelo para la nación.
Los resultados suponen retos para ambos partidos políticos.
Obama y sobre todo los demócratas del Congreso, deberán buscar la forma de generar apoyo bipartidista a algún plan de reforma de las leyes de inmigración o en su defecto, el presidente, tal y como hizo con los Soñadodes, debe contemplar medidas administrativas que amparen a otros grupos de indocumentados, por ejemplo, los padres de niños ciudadanos. Tras el desempeño del voto latino en garantizar su reelección, dejar colgando el tema de la reforma migratoria en su segunda administración puede ir en perjuicio de los demócratas en futuras elecciones. Anoche, en su discurso en Chicago tras su aplastante triunfo, Obama mencionó la reforma migratoria como uno de los temas en que se necesita apoyo bipartidista.
El trabajo de los republicanos es todavía más duro. Las pobres cifras de apoyo hispano a Romney demuestran lo bajo que ha caído este partido en la preferencia de los electores latinos motivado principalmente por las posturas migratorias extremas, no sólo en retórica sino en sustancia.
Y si el Partido Republicano tiene un ápice de sentido común debe comenzar desde ya a cambiar su mensaje y sus posturas porque esta es quizá la última elección en que intenten llegar a la Casa Blanca apoyándose únicamente en el voto de los anglosajones e ignorando al grupo demográfico de mayor crecimiento: los hispanos.
El mensaje más claro de esta elección es que la solución al dilema migratorio es inevitable: los demócratas deberán cumplir sus promesas so pena de perder el abrumador apoyo latino que lograron en esta elección; y los republicanos necesitan abordar el tema para garantizar su viabilidad nuevamente en la política nacional.
De hecho, el sondeo de Latino Decisions para ImpreMedia encontró que 31% de los hispanos a nivel nacional considerarían votar por el Partido Republicano si evidenciaran apoyo a una reforma migratoria amplia. A ver si esa cifra y su catastrófico desempeño en los comicios los convencen de una vez y por todas de que tienen que trabajar con los demócratas para arribar a una solución bipartidista al dilema migratorio.