La semana pasada estuvo repleta de historias de Dreamers que han visto truncadas sus posibilidades de obtener un permiso de trabajo y protección de la deportación, tras el fallo del juez de distrito de Texas, Andrew Hanen, quien declaró ilegal el programa DACA y suspendió el procesamiento de nuevas solicitudes.
El viernes, el presidente Joe Biden se reunió con un grupo de Dreamers quienes expresaron satisfacción tras su encuentro, convencidos de que se están tomando los pasos para una solución permanente al limbo migratorio en que se encuentran los llamados Soñadores.
Los Dreamers son uno de los grupos de migrantes, junto con beneficiarios del TPS, trabajadores agrícolas y potencialmente otros empleados esenciales, a quienes se intentaría legalizar a través del proceso de conciliación presupuestaria, ante la imposibilidad de impulsar en el Senado un proyecto de reforma migratoria independiente que reúna los 60 votos requeridos para avanzar.
El proceso de conciliación es utilizado desde 1974 para impulsar medidas presupuestarias de forma expedita y por mayoría simple, siempre y cuando la Parlamentaria del Senado determine que tales medidas afectan los ingresos o los gastos del gobierno federal.
Las medidas solo son elegibles para el proceso de conciliación presupuestaria si cumplen con la llamada Regla Byrd, en honor al fenecido senador demócrata de West Virginia, Robert Byrd, quien la impulsó para evitar que los proyectos de conciliación estuvieran plagados de medidas no relacionadas con el presupuesto.
Este domingo Biden declaró a su arribo a la Casa Blanca desde Delaware que si bien “debe haber una vía para la ciudadanía” de los Dreamers, todavía “está por verse” si se incluye en la medida presupuestaria que trataría de aprobarse mediante el proceso de conciliación.
Si bien será la Parlamentaria del Senado la que decida si las medidas migratorias de legalización se incluyen en el plan presupuestario, otra cosa también está por verse: cómo los demócratas cumplirán sus eternas promesas de legalización en caso de que la estrategia de la conciliación no progrese.
Son los demócratas quienes controlan ambas cámaras del Congreso, al menos lo que resta de este año y el próximo, cuando se celebran elecciones intermedias.
El fallo de Hanen supone que el asunto intentará dilucidarse en tribunales, toda vez que la administración Biden asegura que apelará la decisión y existe el potencial de que el caso llegue a la Corte Suprema.
Pero supone ante todo que la pelota está en la cancha del Congreso, donde los republicanos no han querido siquiera colaborar en la pesquisa de los disturbios del 6 de enero de este año, cuando una turba de seguidores de Trump irrumpió violentamente en el Capitolio ocasionando daños e incluso muertes.
Está por verse si esos republicanos seguirán bloqueando una solución permanente incluso para un grupo de migrantes, los Dreamers, quienes más simpatía y apoyo generan entre la población estadounidense, fuera de divisiones partidistas.
También está por verse si los demócratas actúan finalmente como la mayoría que son en el Congreso y pasan de los bonitos discursos en favor de los Dreamers a acciones concretas que permitan su legalización.
Mucho se habla de que para los votantes latinos el tema migratorio no es central, que más bien lo es la economía, los trabajos y que por eso los demócratas no sienten la presión de actuar con urgencia en ese frente. El análisis olvida, sin embargo, que el voto latino y sus intereses son tan diversos como sus nacionalidades y que el que más o el que menos tiene alguna conexión con algún indocumentado, ya sean lazos familiares, de amistad, laborales o simplemente de empatía.
De manera que descartar el efecto que pueda tener en un votante hispano actuar o no en materia migratoria podría ser un mal cálculo para los demócratas de cara a las elecciones intermedias de 2022. Sobre todo si involucra a los Dreamers. No hay que olvidar que en 2012, Barack Obama giró la orden ejecutiva de DACA tras la intensa presión de los Dreamers y cuando su equipo se percató de que un sector de los votantes latinos, molestos por la ola de deportaciones y la promesa incumplida de reforma migratoria, pensaba no votar en 2012. Tras otorgar DACA, Obama fue reelecto con un mayor apoyo hispano que en 2008.
Así que está por verse si los votantes, sobre todo los latinos, seguirán tolerando promesas incumplidas.
Maribel Hastings