El estancamiento en el Senado de las medidas destinadas a proteger el derecho al voto en este país es otro recordatorio de que, sin acción en este frente, es muy difícil que puedan avanzar legislaciones en otros rubros, incluyendo inmigración y cambio climático.
La lógica es simple y complicada a la vez. Si se suprime el voto de millones de personas que quieren reformas en diversos asuntos, incluyendo inmigración, es menos probable que los políticos que resulten electos impulsen los temas de interés para estas comunidades. ¿Qué puede esperarse cuando el próximo presidente se oponga a esa reforma?
No hay que imaginar mucho, pues ya lo hemos vivido con Donald J. Trump y su maquiavélico asesor en temas migratorios, Stephen Miller, al imponer medidas draconianas, entre muchas otras la de separar a bebés de sus padres en la frontera.
Muchos dirán que poco importa entonces quién sea electo, ya que nada ha ocurrido en materia migratoria bajo el demócrata Joe Biden. Nada bueno, digamos, porque buena parte de las políticas nefastas de Trump no han podido frenarse en la presidencia de Biden. La explicación es más elaborada que eso. Dos senadores demócratas, Joe Manchin, de West Virginia, y Kyrsten Sinema, de Arizona, han literalmente paralizado la agenda de Biden al oponerse a los esfuerzos para cambiar las reglas del Senado sobre el obstruccionismo (filibuster), de manera que no se requieran 60 votos para iniciar el debate de una medida sino una mayoría simple. Los demócratas tienen 48 votos y dos independientes que votan demócrata. El voto del desempate está en manos de la vicepresidenta Kamala Harris en su calidad de presidenta del Senado. Pero sin Manchin y Sinema, los demócratas se quedan cortos.
Las posibilidades de cambiar la regla son lejanas y, mientras tanto, nos adentramos en un año de elecciones intermedias donde está en juego el control del Congreso ahora en manos demócratas por estrecho margen.
A pesar del trauma que ha supuesto para esta nación la presidencia de Donald J. Trump y a pesar de que éste encabezó una intentona de golpe de estado para impedir que el Congreso certificara el legítimo triunfo de Biden en la elección general de 2020, la protección del derecho al voto de las minorías ante el asalto de legislaturas y gubernaturas republicanas a través del país no parece tomarse con la urgencia que amerita entre algunos sectores demócratas. Esto va más allá de simbolismos y de querer que se aprobaran las medidas en el Senado para coincidir con la conmemoración del natalicio del icónico líder de derechos civiles, Martin Luther King, Jr. Ya a estas alturas los simbolismos salen sobrando. Se necesita acción y de manera urgente, y esa es acción es posible cambiando las reglas del filibuster.
Sin protecciones adicionales a nivel federal, los estados, sobre todos los estados republicanos que han aprobado medidas de restricción del voto de minorías, harán lo que sea para suprimir ese voto y lo harán valiéndose de leyes estatales sin que el gobierno federal tenga algún remedio.
El resultado no es difícil imaginarlo. Suprimir el voto beneficia a candidatos republicanos cuya agenda no toma en cuenta los intereses de los votantes de minorías. Peor aún, en algunas de esas Legislaturas estatales republicanas se han presentado medidas que buscan revertir la certificación que hagan un secretario de Estado de un resultado electoral, sobre todo si no es de su agrado.
Precisamente las medidas estancadas en el Senado buscan que el Departamento de Justicia pueda tener injerencia en proteger los derechos de los votantes en aquellos estados con historial de discriminar contra votantes de color.
De manera que es claro que las medidas de protección del derecho al voto y en este caso su estancamiento, sí incide sobre otros asuntos de la agenda legislativa. Como también inciden reglas arcaicas como el filibuster que impiden que medidas que ayuden a millones de personas, como la de infraestructura o una reforma migratoria, vean la luz del día porque una minoría tiene más peso que la mayoría.
Curiosamente fue el propio Martin Luther King, Jr. quien lo explicó claramente hace 59 años, en medio de la lucha por la ley de derechos civiles, al decir lo siguiente sobre el obstruccionismo:
“Me parece que la tragedia es que tenemos un Congreso con un Senado que tiene una minoría de senadores equivocados que usarán el obstruccionismo (filibuster) para evitar que la mayoría de la gente vote”.
Lamentablemente, muy poco ha cambiado desde entonces.
Maribel Hastings