FULLERTON, California – El condado de Orange se ha tornado en zona cero para los demócratas, que intentan pintar de azul varios distritos republicanos al Congreso en contiendas cerradas. Esto, si pueden movilizar a votantes latinos y asiáticos que le han ido cambiando el rostro a este enclave tradicionalmente blanco, conservador y republicano
Después de todo, en siete distritos californianos, cuatro en el Sur de California, en el condado de Orange, y tres en el centro del estado, la demócrata Hillary Clinton se impuso al republicano Donald Trump en las elecciones generales de 2016, aunque al final los escaños quedaron en manos republicanas. De los 53 escaños a la Cámara Baja por el estado de California, 14 son ocupados por republicanos y en la próxima elección de noviembre, siete se consideran competitivos, precisamente donde Clinton se impuso en 2016.f
Las señales de cambio están a la vista. En el caso del norte del condado de Orange, las poblaciones latina y asiática han ido dejando su huella, que tiende a ser más liberal que el sur del condado, que es más conservador. Si los demócratas pueden movilizar a votantes latinos y asiáticos en las cifras requeridas para alterar el resultado en una elección cerrada, estos distritos republicanos pueden pasar a manos demócratas contribuyendo el 6 de noviembre a un cambio de mando en la Cámara de Representantes, ahora de mayoría republicana.
Muchos activistas lamentan, sin embargo, que los partidos y las campañas, particularmente demócratas, no invierten lo suficiente en cortejar a estos sectores de votantes, especialmente a los jóvenes, de manera constante y vienen a destinar algunos recursos e iniciativas a última hora.
Igualmente, las fundaciones o donantes privados que contribuyen a financiar algunas de las iniciativas de registro y movilización de votantes muchas veces destinan fondos a determinados estados y distritos específicos, lo que deja fuera amplios sectores de votantes.
No cabe duda que la elección intermedia de 2018 es vista como un referendo sobre el desempeño de Donald Trump, aunque él no figure en la boleta. Pero en elecciones intermedias los asuntos locales tienen mucho peso.
Muchas organizaciones cívicas, algunas ya establecidas hace décadas y otras de reciente formación, se han dado a la tarea de educar y movilizar a los votantes californianos a través del estado, aunque con especial énfasis en los siete distritos que podrían alterar el balance cameral si pasan a manos demócratas.
Si algo caracteriza a estos esfuerzos es que son liderados mayormente por jóvenes, muchos de ellos latinos, en momentos en que se les señala por no votar en los niveles que pudieran hacerlo.
Pero estos jóvenes rompen los estereotipos que los pintan como apáticos y desinteresados en el proceso político-electoral.
La semana pasada, un martes, nos reunimos con jóvenes que lideran los grupos que se dedican a ir casa por casa en distritos clave para hablar con electores, particularmente aquellos de baja propensión para votar, a fin de instarlos a ejercer su derecho al voto el 6 de noviembre.
En el Sur de California, en el condado de Orange, estamos hablando de cuatro distritos: el 39, donde el demócrata hispano Gil Cisneros se enfrenta a la republicana de origen asiático, Young Kim, por el escaño que dejará vacante el republicano Ed Royce. Clinton ganó ese distrito en 2016 por casi 9 puntos porcentuales. Le sigue el Distrito 45, donde la titular republicana, Mimi Walters, se enfrenta a la demócrata, Katie Porter. Clinton ganó ese distrito por 5 puntos en 2016. El Distrito 48, donde el titular republicano, Dana Rohrabacher, enfrenta al demócrata Harley Rouda. En este distrito los republicanos aventajan a los demócratas por 10 puntos en el registro de votantes, pero Clinton ganó el distrito en 2016 por 2 puntos porcentuales. Y el Distrito 49, donde la republicana Diane Harkey encara al demócrata Mike Levin por el escaño que deja vacante el titular republicano Darrell Issa. Clinton ganó ese distrito en 2016 por 7.5 puntos porcentuales.
Acompañamos a los jóvenes durante un recorrido por un vecindario del Distrito 39, al sur de Fullerton, donde el hispano Cisneros enfrenta una cerrada contienda ante la republicana Young Kim.
Este vecindario del Distrito 39, al sur de Fullerton, es uno de los más pobres e hispanos de todo el distrito.
Obviamente estos residentes tienen una serie de asuntos en mente: los altos costos de la renta y los salarios que no reflejan el boom económico del que tanto se habla; la cobertura médica, la educación y en muchos casos las políticas migratorias. Algunos de los residentes aseguran que sí votarán y que lo harán por Cisneros. Otros no tienen ninguna información y los promotores del voto (canvassers) les proveen una hoja volante con un resumen de las posturas de Cisneros y de la republicana Kim. Otro cree que la hoja que le presentan es para que vote y pregunta que dónde hay que firmar. Una joven no tiene edad para votar, pero firma los documentos de registro por adelantado, de manera que el estado ya tiene su información y cuando cumpla los 18 años de edad recibirá automáticamente su tarjeta de votación. En otra de las casas la mujer responde: “No estoy interesada”.
“Eso puede que quiera decir que ‘no me interesa ahora porque estoy haciendo otra cosa’, o porque ‘no pienso votar’. En noviembre sabremos cuál de esas dos alternativas fue”, señala Luis Alemán, un joven de 23 años, director de campo del Orange County Voter Information Project (OCVIP), establecido por la organización NextGen y la California Labor Federation. Estos jóvenes operan en equipos que promueven el voto en los distritos republicanos del condado de Orange intentando movilizar a votantes latinos y asiáticos.
Evitar errores del pasado: hablarle a los votantes latinos a un mes de las elecciones
Todos coinciden en la importancia de invertir para educar, informar y abordar a estas comunidades de manera constante y no solamente en año electoral.
“El outreach cuenta mucho. En un condado como Orange, la diferencia entre el registro de votantes republicanos y demócratas es de apenas 1.95%. Hace 10 años era 10%. Hay progreso, pero hay que educar al votante para que, además de registrarse, vote si entiende lo que está en juego”, indica Alemán.
“Lo que no podemos repetir son los errores del pasado: hablarle a los latinos a un mes de las elecciones. Si no estás presente en la comunidad y si no haces el outreachde forma constante, no te van a abrir la puerta a 30 días de las elecciones para decirte que votarán. Hay que cultivar las relaciones y eso es lo que estamos haciendo y seguiremos haciendo”, agrega.
“Sí, hay expectativas de una ‘ola azul’ en noviembre, pero lo que queremos desarrollar es una estrategia a largo plazo para registrar, educar, energizar y movilizar a una comunidad que es una gran parte de este condado, pero a la que nunca se le ha hablado realmente”, afirma.
Alemán trabajó con la campaña de Barack Obama en 2012 y al compararlo con la elección general de 2016 dice que en ese año la campaña de Hillary Clinton no invirtió lo suficiente en involucrar a los latinos. “Ella ganó el estado de California, pero los republicanos en la boleta ganaron sus elecciones. En el Distrito 48, por ejemplo, más gente votó en la contienda al Congreso a favor de (el congresista republicano) Rohrabacher que los que votaron en la presidencial a favor de Clinton”, señala Alemán.
Como parte del mismo grupo de OCVIP, Sandra Quiroz, de 20 años de edad, lidera promotores del voto en el Distrito 39 que recorrimos.
En este distrito también se ubica la Universidad Estatal de California en Fullerton.
“Tenemos muchos estudiantes en esta área que están informados y saben por quién van a votar. Para las personas mayores en los vecindarios es más difícil. Tienen problemas para entender lo que está pasando, pero estamos haciendo un buen trabajo para diseminar información”, explica Quiroz.
Alemán dice que comparado con 2016 hay más entusiasmo, especialmente entre los demócratas porque están molestos con la presidencia de Trump. “Pero vemos la dicotomía entre los que están superentusiasmados con votar y los que te dicen ‘es martes, ¿por qué estás en mi puerta’?”
Entre la decepción y el nuevo entusiasmo
El entusiasmo puede ir de la mano del nivel educativo y económico. En las zonas económicamente deprimidas donde las familias son más golpeadas por el alto costo de la vivienda, por salarios bajos, desempleo, “es más complicado entusiasmar a un votante que siente que ambos partidos políticos lo han abandonado”, explica Alemán. “Por qué voy a votar si al final mi voto no cuenta, nos dicen”.
Alfredo Torreblanca, de 20 años de edad, lidera el canvassing en el Distrito 48, ahora ocupado por el republicano Rohrabacher. Explica que “otro factor, sobre todo entre los hispanos, es que están decepcionados por lo que ocurrió en la elección de 2016”. ’Voté y perdimos, mi voto no contó’, nos dicen”.
Agrega: “Me he topado con algunos casos en los que he convencido de ir a votar y me dicen que lo harán porque fui a su casa a pedírselos”. Torreblanca enfatiza la importancia de apelar a los votantes, pero de manera constante y no a días de las elecciones.
Brian Leal, de 26 años de edad, lidera el canvassing en el Distrito 45, y asegura que el entusiasmo existe si el votante está informado. “Todo depende de la educación. Muchos no saben que hay una elección cada dos años. No conocen bien los asuntos, solo saben que quieren tomar partido y defender una causa. Ven toda la cobertura en torno a Donald Trump y se sienten abrumados, pero quizá no sienten que todo lo que se dice sobre Trump realmente los impacte directamente a ellos en sus comunidades”.
Por eso, agrega, “si les hablo de impuestos o de educación trato de explicarles por qué su voto determina soluciones a sus problemas”.
Los factores para interesarse en votar varían. “Trump es una factor más bien con votantes demócratas mayores que dicen que lo odian. Para los votantes más jóvenes y morenos son asuntos diarios como por ejemplo que la renta es muy alta, o la salud. Y otra de las cosas que más escuchamos es que a los políticos no les importa nuestra situación”, explica Alemán.
Torreblanca agrega que les pide a los votantes nombrar tres asuntos de interés, “y el primero es Trump, que hay que sacarlo de donde está”. “Desconozco cuán grande y fuerte será el impulso de los votantes o cuán rápido llegaremos, pero puedo decir que he visto más disposición a participar esta vez porque quieren sacar a Trump”.
“Es muy pronto para decir si habrá o no una ola azul o no en noviembre, pero el entusiasmo está creciendo, sobre todo entre los jóvenes alentados porque se les busque para que participen. Poco a poco, de manera creciente, mejoraremos los índices de participación. Los números subirán. No sé cuánto, pero subirán”, asegura Leal.
Al final del recorrido nos topamos con un señor recién llegando de su trabajo. Se puso a regar el césped. No quiso darnos su nombre, pero nos dijo que siempre vota en todas las elecciones. Lleva 28 años en Fullerton y 42 años en Estados Unidos, desde los años 70.
Trump, nos dice, “fue un payaso desde el principio, pero yo no decidí que lo eligieran… no era mi candidato”.
“Muchos se quejan de que no están contentos con el gobierno, pero los que pueden votar no votan”, dice.
Su mensaje final fue contudente: “Si no votamos, no nos quejemos”.
Fotos y video: David Torres/America’s Voice.