A continuación compartimos una reflexión de Frank Sharry, Director Ejecutivo de America’s Voice.
¿Por qué el próximo gobierno Biden-Harris se apoya en la inmigración? Porque lo que parecía inamovible ha cambiado, creando una opción más favorable que nunca para la política migratoria.
Los factores clave de este cambio: 1) El nativismo de Trump resultó contraproducente para la mayoría de la gente; 2) los ataques a la inmigración como tema de plataforma electoral han perdido terreno; 3) el movimiento pro inmigrante ha cambiado los términos del debate; y 4) como legislador experimentado, Biden tiene un toque hábil cuando se trata de encontrar el punto exacto para unificar las alas progresista y moderada de la coalición demócrata.
El nativismo es el pecado original del trumpismo. Desde el día que descendió por aquella escalera en 2015, Trump ha demonizado a los inmigrantes, y desde el primer día de su gobierno ha infligido un enorme dolor y sufrimiento a través de sus políticas implacablemente crueles. Por orden ejecutiva, él y su compinche Stephen Miller han impuesto prohibiciomes a los musulmanes; pusieron fin a DACA y al TPS; destrozaron el asilo; diezmaron las admisiones de refugiados; bloquearon la inmigración legal; llevaron a cabo redadas; atacaron políticas locales pro inmigrantes; ampliaron las detenciones y las deportaciones; impusieron una prueba de riqueza a inmigrantes de bajos ingresos; acosaron a sus vecinos; celebraron a agentes fronterizos fuera de control; y más. La base de esas políticas: la supremacía blanca y la crueldad anclada en el punto de vista de que la inmigración es mala, la diversidad una amenaza, y la forma en que se les mantiene a “ellos” fuera del país es tratarlos como si fueran menos que humanos.
Biden y Harris tienen una muy diferente lista de prioridades en torno a la política migratoria. Su pilar es un proyecto de ley de largo alcance para poner a 11 millones de inmigrantes indocumentados en una vía hacia la ciudadanía. Este es un extraño punto de consenso abrumador entre un electorado dividido, con tres cuartas partes en apoyo. Solamente el callejón sin salida de la base de Trump se opone a ello. Mientras tanto, en el Primer Día, el presidente Biden se copromete a poner fin al veto musulmán; a reinstalar DACA; a imponer una pausa de cien días a las deportaciones (hasta que se pueda establecer un nuevo enfoque en la aplicación de la ley); a detener toda construcción del muro fronterizo; a crear un grupo de trabajo para reunir a los niños que han sido separados de sus familias; y a poner en marcha el proyecto de ley de una vía hacia la ciudadanía. Biden y Harris provienen de orígenes completamente diferentes a Trump y Stephen Miller. Ellos creen que los inmigrantes son seres humanos plenos, son valiosos para nuestra nación, de tal modo que ser una nación de bienvenida refleja nuestros valores y sirve a nuestros intereses, especialmente cuando son bien administrados.
Los factores clave en el cambio que se ha expermentado:
- Opinión pública: El nativismo de Trump fue contraproducente. Su crueldad obligó a escoger, y una sólida mayoría se puso del lado de los inmigrantes. Una encuesta de Gallup en 2020 mostró el apoyo hacia los inmigrantes, mientras que el respaldo al incremento de los niveles de inmigración —preguntas que han hecho desde 1965— se encuentra en su mayor nivel. Otra encuesta de Pew Research de 2020 encontró que el 60% cree que el creciente número de nuevos inmigrantes fortalece a la sociedad estadounidense, mientras que el 37% dice que son una amenaza a las costumbres y valores tradicionales, un enorme cambio de 14 puntos porcentuales en la dirección pro inmigrante en tan solo los cuatro años anteriores.
- Política electoral: Los republicanos han usado la inmigración como un potente tema de su plataforma durante 25 años. Los anuncios de ataques xenófobos se han convertido en un elemento básico de las campañas del Partido Republicano (vea nuestro reciente reporte, GOP Ad Wars in 2020: Divisive, Anti-immigrant and Racist). Pero ahora, el nativismo como tema de su plataforma está perdiendo terreno. En la pasada elección, Biden fue atacado con anuncios por apoyar “la amnistía”. También fueron atacados los representantes demócratas Conor Lamb y Matt Cartwright, de Pennsylvania. Asimismo Mark Kelley, de Arizona. Pero todos ellos ganaron. ¿Por qué? Nuestros encuestadores de GSG preguntaron en estados competidos. Su opinión: “pocos votantes —e incluso menos votantes indecisos— encuentran que esos ataques susciten dudas en torno a votar por Biden, aun cuando muchos creen que eso es verdadero. Ello se debe a que los votantes apoyan en su mayoría una vía hacia la ciudadanía para los inmigrantes indocumentados”. ¿Recuerdan el 2018 y las caravanas? Resultó contraproducente, a más no poder, y los demócratas lograron la victoria más grande en la historia de las elecciones intermedias de Estados Unidos.
- El poder del movimiento: El movimiento por la justicia migratoria ha cambiado los términos del debate. Ya no está dispuesto a aceptar interminables aumentos en el ámbito de la seguridad, el movimiento ha exigido cada vez más y ha ganado un audaz replanteamiento en torno a la hiperseguridad de la década pasada. Se añade a eso el creciente poder de la fuerza electoral de abajo hacia arriba creada por muchos en nuestro movimiento —lo que se ha puesto de relieve en los cambios logrados en Arizona y Georgia— y el que los demócratas se están apoyando en raza e inmigración como nunca antes.
- El superpoder de Biden: La experiencia legislativa de Biden y sus destrezas políticas le permiten encontrar el punto exacto en la coalición demócrata, la zona que cuidadosamente calibra las prioridades progresistas y moderadas. Él ha hecho eso en inmigración: no al antiguo enfoque de una “reforma integral de inmigración”, sí a la legalización para los 11 milones como la prioridad número uno; no al mantra de incrementar siempre la seguridad fronteriza y el control; sí a una administración inteligente de la frontera y un gobierno efectivo; no a la separación de los niños de sus padres, obligando a los refugiados a enfrentar condiciones peligrosas en México, y la encarcelación masiva de familias que buscan libertad; sí al alivio de las las raíces de los problemas en Centroamérica, a la ampliación de vías legales para la región, reglas justas de asilo para quienes llegan a la frontera, así como el aumento de los apoyos patra quienes siguen sus casos.
Cuatro años de la implacable crueldad y mala gestión de Trump han dejado en un total caos nuestro sistema de inmigración. Pero el próximo gobierno Biden-Harris se está encaminando con confianza a deshacer las crueles y caóticas políticas de Trump, a construir un justo, humano y funcional sistema migratorio arraigado en nuestros valores, y a luchar por una legislación transformadora que ponga a millones de seres humanos en una vía hacia la ciudadanía.
Se dice que nada es tan poderoso como una idea cuyo tiempo ha llegado. Tal vez nuestro tiempo ya está aquí.