Por Maribel Hastings, asesora ejecutiva de America’s Voice:
WASHINGTON – La promesa de reforma migratoria esta vez en una segunda administración Obama resurgió, por parte del propio presidente, pero esta vez de forma más pensada y lanzando además el reto a los republicanos que por los pasados años la han obstruido: si hay reforma será porque los latinos ayudaron al presidente Barack Obama a reelegirse y porque los republicanos aislaron tanto a los hispanos con sus políticas antiinmigrantes que el partido rojo no tendrá otra opción que venir a la mesa de negociaciones al percatarse de que han espantado al grupo demográfico de mayor crecimiento que puede determinar su viabilidad de ganar elecciones nacionales.
El análisis provino del propio Obama y es algo que a lo largo del verano y en medio de la Convención Nacional Demócrata en Charlotte, Carolina del Norte, varios emisarios hispanos del presidente delinearon diciendo que con una derrota definitiva en las elecciones del 6 de noviembre y con niveles abismales de apoyo hispano, los republicanos del Congreso no tendrán otra opción que colaborar con los demócratas en un plan de reforma migratoria integral al que le han huido como el diablo a la cruz y que ha sido rechazado incluso por aquellas figuras republicanas que en el pasado presentaron o apoyaron proyectos de ley a tales efectos.
Exactamente a dos semanas de las elecciones la campaña de Obama decide revelar las declaraciones del presidente a un diario de Iowa inicialmente catalogadas como ‘off the record’ (no para publicación).
Obama dijo: “Tengo confianza en que el año que viene haremos la reforma migratoria y como esta entrevista está fuera de record, seré muy directo. Si gano un segundo periodo, mi triunfo se deberá en parte a que el candidato republicano y el Partido Republicano han logrado alienar al grupo demográfico de más rápido crecimiento en el país, la comunidad latina”.
Si así ocurre, los republicanos se sentirán obligados a negociar la esquiva reforma migratoria para tratar de competir efectivamente por el voto latino en futuras contiendas nacionales.
Esta es la estrategia que un sector republicano ha tratado infructuosamente de revivir tras el intento efectivo de George W. Bush y de su asesor Karl Rove de atraer el voto latino impulsando la reforma migratoria abrumadoramente apoyada por los hispanos del país, sean de cuarta o posteriores generaciones o recientemente naturalizados. Bush logró el 44% del voto latino en 2004 con esa plataforma. Trató de hacerla realidad, pero su propio Partido Republicano le dio la espalda al punto que en las elecciones de 2008 el contendiente republicano, John McCain, autor de un proyecto bipartidista de reforma migratoria, se desligó del esfuerzo y llegó a decir que votaría en contra de su propio plan, todo con el fin de atraer a la base ultraconservadora del partido. ¿El resultado? McCain perdió las elecciones recibiendo apenas el 31% del voto hispano. Su propio estado, Arizona, se tornó en zona cero de leyes antiinmigrantes y peor aún, los republicanos aislaron al voto latino a tal grado que cuatro años después, en los presentes comicios de 2012, el aspirante republicano, Mitt Romney, no supera el 25% en el apoyo de votantes latinos, según diversos sondeos.
La resurrección de la promesa de reforma migratoria a dos semanas de las elecciones es entendible. Un Obama renuente a apechar el tema migratorio pendiente en los pasados años comenzó a ver sus índices de aprobación entre los hispanos comenzar a deslizarse. Pero el pasado 15 de junio y tras una intensa presión de grupos de interés, encabezada por los propios Soñadores, Obama anunció la protección temporal de la deportación a los jóvenes indocumentados o DREAMers. La acción, sin duda, ha sido un agente de entusiasmo entre muchos votantes hispanos en estados claves. Los índices de aprobación de Obama en los sondeos son similares o superan el 67% de apoyo latino que obtuvo en el 2008.
Después de todo, el abordar el tema migratorio de frente y sin miedo ya ha rendido frutos electorales en el pasado. Si lo dudan, pregúntenle al líder de la mayoría en el Senado, Harry Reid. En los comicios de medio tiempo en 2010, Reid enfrentó la dura oposición de una candidata republicana, Sharron Angle, que echó mano de todo el extremismo republicano en materia migratoria que estuviera disponible tachando a Reid de solapador de indocumentados. A tal grado aisló Angle a los votantes hispanos de Nevada que Reid, de quien llegó a decirse que perdería su escaño, ganó la reelección gracias al voto latino con 90% de apoyo de parte de este sector. O también pregúntenle al senador demócrata de Colorado, Michael Bennet, quien mantuvo su puesto en el 2010 gracias al apoyo del voto latino en Colorado frente a un candidato antiinmigrante.
Queda por ver si los hispanos salen a votar en las cifras requeridas el 6 de noviembre. Si así lo hacen y si nos dejamos llevar por los sondeos, Obama se alzará con ese voto hispano y posiblemente mantendrá la Casa Blanca en gran medida por el voto latino y más aún, por apechar y defender el tema migratorio frente al extremismo republicano. La lección Reid en su máxima expresión.
Y si así ocurre, el reto no estará únicamente sobre los republicanos sino sobre Obama y los demócratas porque una promesa incumplida por segunda vez puede tener consecuencias electorales para los demócratas en futuras elecciones. En este caso, la segunda sería la vencida.