Desde el mundo paralelo en el cual operan, la desfachatez de los republicanos ha llegado a un grado superlativo. Esta vez, el senador republicano de Carolina del Sur y principal porrista de Donald Trump, Lindsey Graham, declaró el domingo en Fox News que si el expresidente fuera enjuiciado por el lío de los documentos clasificados de los que se apropió indebidamente quién sabe con qué fin, “literalmente habrá disturbios en las calles”.
Fiel al Trumpismo y a la idea de que haga lo que haga Trump, así sea algo ilegal, nunca habrá consecuencias, el comentario de Graham fue una advertencia al Departamento de Justicia. Es decir, para que, en caso de que la institución cuente con las pruebas necesarias para procesar a Trump, desista de hacerlo porque los trumpistas responderán como solo saben hacerlo: con violencia. Eso lo demostraron ante el mundo el 6 de enero de 2021 durante el asalto al Capitolio federal; asimismo, otros fanáticos de Trump han perpetrado incluso masacres motivadas por el prejuicio racial y el sentimiento antiinmigrante que son ya parte intrínseca de las estrategias políticas y electorales de los republicanos.
La declaración de Graham, además de temeraria e irresponsable políticamente, conlleva un mensaje muy claro para las huestes del expresidente, que con toda seguridad esperan, otra vez, la señal de ataque para exhibir esa podredumbre que todo racista lleva dentro, sin importarle el daño a una nación que ha visto en su historia verdaderas y auténticas luchas que la han hecho evolucionar.
La más reciente “probadita” de esa actitud xenófoba que ha permeado en diversos sectores sociales, sobre todo de estados mayoritariamente republicanos, la hemos podido presenciar —no sin cierta náusea—en ese bochornoso episodio protagonizado en Dallas la semana pasada por una mujer blanca autoidentificada como “mexicoamericana” que atacaba física y verbalmente a un grupo de mujeres con acento hindú. Fue fácil descifrar en el lenguaje utilizado por esa mujer la esencia de la retórica que han vuelto a usar en sus campañas diversos candidatos republicanos, a todas luces antiinmigrante, grosera y excluyente.
En efecto, Graham no condenó ni las acciones de Trump, ni la potencial violencia que augura; pero sí amenazó veladamente al Departamento de Justicia, nada menos que por hacer su trabajo y para que en caso de que haya suficientes pruebas para encausar a Trump, la institución se desista de hacerlo porque para los republicanos este personaje está por encima de la ley.
Es sabido que el Departamento de Justicia enfrenta una situación políticamente complicada y sensible en este caso, pero es escalofriante que un senador federal utilice la amenaza de “disturbios” para entorpecer una investigación en curso y que lo haga en Fox News hablándole directamente a las huestes de Trump, siempre listas para hacer lo que sea por su líder.
Ese culto a la personalidad de alguien que delinque habla mucho —y mal— de esa parte de la sociedad estadounidense que nunca se dio cuenta de que su país se transformó para siempre, y que hay otra parte de esta nación que no va a permitir que Estados Unidos retroceda. Tampoco se han dado cuenta de que el discurso republicano es ya anacrónico y que choca con la composición demográfica de un conglomerado diverso propio de este siglo que se va abriendo paso a la inclusión, a pesar de todo.
Pero ahora sucede que los republicanos ya han pasado de la retórica extremista a las acciones extremistas. Y si de poder se trata, parece no importarles las mentiras ni las consecuencias que su retórica pueda contener. La masacre de El Paso en 2019, por ejemplo, fue perpetrada por un individuo que se creyó que estamos siendo “invadidos” por inmigrantes en la frontera sur. Pero ni las muertes en El Paso ni en otras ciudades han evitado que los republicanos sigan echando mano de falsedades para hacer campaña. ¿Cuántos actos violentos están por venir debido a su irresponsabilidad política? Deberían, en todo caso, encontrar una forma más civilizada de lograr el poder. Pero dado el avance del odio hacia su propio país, sería pedir mucho que cambiasen de actitud.
Escalofriantes son también las implicaciones de las declaraciones de Graham, porque si Trump sale librado de esta y prevalece su dominio sobre el Partido Republicano, quién sabe de lo que serán capaces si se concreta el plan del exmandatario de buscar la nominación presidencial en 2024.
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