WASHINGTON – Diciembre hizo su aparición y con él las ya tradicionales disputas fiscales que año con año amenazan con dañarle las vacaciones navideñas a más de uno por la posibilidad de que el Congreso no llegue a un acuerdo que satisfaga a todas las partes. Como en el mejor (o peor) de los dramones, al final siempre hay un acuerdo y todos parten felices a sus respectivos destinos para enfrentar familiares y representados y afilar las uñas para los debates que promete el nuevo Congreso a partir de enero.
Pero el debate del llamado precipicio fiscal no es el único despeñadero que han enfrentado o podrían enfrentar muchos políticos.
El 6 de noviembre los republicanos se fueron por un precipicio tras sufrir una paliza a manos de Barack Obama, y las posturas antiinmigrantes de su puntero Mitt Romney contribuyeron en gran medida a la debacle.
Tras los mea culpa de rigor, diversas figuras republicanas -hispanas y no hispanas-, admitieron finalmente cómo su desastroso manejo del tema migratorio hundió a este partido como alternativa viable para los votantes latinos. Hubo llamados y promesas de colaboración bipartidista para finalmente tratar de concretar eventualmente una reforma migratoria que por años tildaron de amnistía pero que súbitamente no parece tan nefasta si hay que sobrevivir políticamente.
Por eso más de uno ha cuestionado que tras tanta confesión y alharaca, los primeros proyectos migratorios que salieron a flote en el Congreso fueran menos que generosos. Del lado del Senado, dos republicanos al borde del retiro presentaron una medida, ACHIEVE Act, que constituye una versión coja del DREAM Act y que no concede vía de ciudadanía a millones de jóvenes indocumentados al presente amparados temporalmente de la deportación por la Acción Diferida anunciada por Obama este pasado verano.
Y la Cámara Baja de mayoría republicana aprobó el proyecto STEM del presidente del comité Judicial y antiinmigrante en jefe, Lamar Smith, congresista republicano de Texas, que otorga visas para jóvenes profesionales extranjeros pero a expensas de eliminar 55 mil visas de diversidad mejor conocidas como la lotería de visas. Desvistiendo un santo para vestir a otro.
En el primer caso, se trata de una intentona de último minuto para demostrar que los republicanos sí están dispuestos a ofrecer medidas migratorias aunque se trate de medias tintas que en nada resuelven el problema central de la inmigración: qué hacer con los 11 millones de indocumentados entre nosotros.
Y en el caso de Smith, también se trata de una intentona de última hora antes de abandonar su cargo como presidente del Comité Judicial y dejar en claro que un sector republicano del Congreso no piensa ceder en su oposición a la reforma digan lo que digan sus líderes.
Sin embargo, ninguna de estas medidas progresará porque en enero se inicia un nuevo Congreso y hay que partir de cero.
Ahí es cuando verdaderamente comenzará a vislumbrarse si en efecto se producirá un debate en el 2013 que culmine al fin con una reforma de inmigración. Obama declaró que espera que tras su instalación el 20 de enero se tomen pasos para dar luz verde a esa discusión. Y tras su reelección el 6 de noviembre con un abrumador apoyo de los votantes latinos, Obama llega a esta negociación con un claro mandato y con ventajas para plantear su plan de reforma.
Ha quedado más que claro que una amplia mayoría demócrata apoya dicha reforma migratoria y que una mayoría republicana se opone. La prueba será atraer la cifra requerida de republicanos para avanzar la reforma. Los diversos grupos de interés presionarán por sus peticiones y flotarán las diversas alternativas, desde considerar la reforma por partes, hasta medidas más limitadas, como de permisos de trabajo sin vía de ciudadanía, y las más amplias que atienden todos los problemas, incluyendo una ruta de ciudadanía para los 11 millones de indocumentados.
Es aquí donde se pondrá a prueba todo el cacareo republicano post electoral de que hay que atajar la reforma migratoria de una vez y por todas y se sabrá si los republicanos aprendieron la lección electoral: si salen del precipicio donde ellos mismos se lanzaron al ignorar el voto latino, o si tercamente siguen cabalgando hacia otro despeñadero.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice