WASHINGTON – Mientras se aguarda por las regulaciones que permitirán que más de un millón de jóvenes indocumentados obtengan un permiso de trabajo y una protección temporal y renovable de la deportación, los llamados Soñadores o DREAMers no quitan el dedo del renglón para garantizar que la mayor cifra de ellos logren el amparo y no sean víctimas del fraude de individuos inescrupulosos o de la ineficiencia gubernamental al implementar el programa anunciado por el presidente Barack Obama el 15 de junio.
Hay mucho en juego.
No sólo se trata de ajustar su propia situación migratoria sino de cumplir una promesa que los Soñadores han hecho desde un principio al resto de la comunidad indocumentada: convertirse en los abanderados de la causa que eventualmente regularizará a sus padres, amigos o conocidos.
El 15 de junio, aún en medio de la celebración de muchos al anuncio del alivio administrativo, los líderes del movimiento de los Soñadores ya estaban planificando la próxima fase del plan: garantizar que la mayor cantidad de jóvenes que llenen los requisitos obtengan la acción diferida de la deportación por dos años, renovable al término, y un permiso de trabajo acompañante; y en el proceso, abrir el espacio político para lograr que el proyecto que los legalizaría definitivamente, el DREAM Act, pueda concretarse en el Congreso.
Pero va más allá. La mira sigue fija en el premio mayor a largo plazo: la reforma migratoria integral.
Recuerdo que cuando comenzó a hablarse de tratar de lograr la aprobación del DREAM Act en el Congreso como medida independiente, y luego, cuando no se pudo, comenzó a impulsarse la idea de concederles un alivio administrativo a los Soñadores, surgieron corrientes en contra de ambas alternativas con una razón en común: el temor a que en el proceso el resto de los indocumentados se queden colgando sin una solución.
Pero también recuerdo escuchar a los Soñadores repetir que serían los más acérrimos defensores de la regularización de otros.
El 15 de junio, Gaby Pacheco, líder de la coalición United We Dream, lo reiteró: “Es una promesa de los Soñadores al resto: nosotros vamos a seguir luchando no sólo por nosotros sino por nuestras familias”.
El resto de los indocumentados no ha podido haber encontrado mejores aliados: jóvenes con nuevas ideas, nuevas tácticas, sin estar limitados, de momento, a muchos frenos políticos, con dominio de las redes sociales que permiten revolucionar movimientos, con dominio del inglés, sin miedo, y próximamente sin estar presos de las limitaciones que suponen el no tener algún tipo de documento. No tienen una vía de legalización, pero tendrán permisos de trabajo y eso les abre un sinnúmero de puertas a sus planes de acción.
Mariella Saavedra es una joven estudiante de Psicología en la Universidad de Columbia, en Nueva York, que se beneficiará del alivio administrativo. Sus padres son indocumentados y señala que sin duda el amparo temporal con permiso de trabajo es aliciente no sólo para avanzar su propia causa sino la de sus padres, a nivel personal y a nivel colectivo.
Trabajar, dice, supone remuneración económica para ayudarse ellos y a sus familias. Supone también que “no quedamos estancados por falta de papeles. Este nos permite crecer profesionalmente y en el movimiento”, agregó.
“Creo que nuestra reacción al anuncio (del 15 de junio) demuestra mucho: todos estábamos listos para seguir trabajando. Demuestra nuestra capacidad de seguir luchando porque nuestros padres están en la misma situación y queremos lo mismo para ellos que se sacrificaron por nosotros”, afirmó Mariella.
Se anticipa que para el 15 de agosto comiencen a darse a conocer las regulaciones del alivio administrativo, que bien implementado, promete ampliar la capacidad de acción de un movimiento, los Soñadores, que transformó la lucha por los inmigrantes en el país y sobre quienes no se ha escuchado ni se ha escrito la última palabra.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice