Ante el anuncio del gobierno de Trump de que se agregará al Censo 2020 la pregunta sobre la ciudadanía de los participantes del conteo decenal, inmigrantes y sus aliados reaccionaron contundentemente al señalar que la pregunta deprimirá la participación de millones, minando la responsabilidad constitucional del Censo de contabilizar a todos los residentes de Estados Unidos, independientemente de su situación migratoria.
Claro está, este potencial subconteo de la población es deliberado y es parte de los intentos de Trump y del Partido Republicano de minar el poder político y la asignación de recursos a comunidades diversas a través del país.
Según el Instituto de Política Migratoria (MPI), hasta el 2016 había 43.7 millones de inmigrantes viviendo en Estados Unidos, lo que representa el 13.5% de la población que asciende a 323.1 millones de personas. De los 43.7 millones, el Pew Research calcula que 11 millones son indocumentados. Otro estudio del Center for American Progress concluye que más de 8 millones de ciudadanos estadounidenses tienen al menos un familiar indocumentado viviendo en su hogar. Esta cifra incluye a 5.9 millones de niños ciudadanos que viven con al menos un familiar indocumentado.
Cualquier medida que deprima la participación en el Censo de una sexta parte de la población seguramente afectará la exactitud del esfuerzo.
En diversos medios informativos, varios inmigrantes explicaron por qué no compartirían su información con el gobierno de Trump:
Gladis Pérez, oriunda de Guatemala y naturalizada hace cinco años, le indicó a Miriam Jordan en un artículo de The New York Times titulado “Si el Censo pregunta sobre la ciudadanía, algunos ya tienen la respuesta: Sin comentarios”, que “no respondería preguntas antes…ni abriría la puerta. Si yo todavía fuera indocumentada, evitaría esta encuesta (del Censo) a toda costa”.
Carmen Queveda, una nana y empleada doméstica indocumentada del Sur de California, quien tiene un hijo de 14 años de edad ciudadano estadounidense, le dijo a Jordan que “nunca respondería porque no tengo papeles. Obviamente, tengo miedo. Tengo un hijo”.
César Morio, un trabajador de la construcción indocumentado, de México, que vive en el Sur de California, le dijo a Jordan: “Sé que ningún padre en mi vecindario le va a abrir la puerta a quien esté realizando la encuesta”.
Una mujer no identificada en California entrevistada por Noticiero Univision: “Me darían nervios porque ya ve cómo está la situación ahorita con inmigración”. El reportero dice que si la gente no completa el Censo por miedo, California perdería millones de dólares en fondos federales. La mujer añade: “No la completaría”, si la pregunta sobre ciudadanía es incluida.
En otra nota de Univision sobre la American Community Survey llevada a cabo el año pasado por el Censo, una de las personas entrevistadas en españoldeclaró que “la posibilidad de que el Censo pueda dar mi información a la seguridad nacional y que inmigración podría venir y arrestarme por no tener documentos me aterroriza”.
Aun antes del anuncio del nuevo Censo, los inmigrantes han estado temerosos de compartir información con el gobierno de Trump. Sam Levine, del HuffPost, informó que Arturo Vargas, Director Ejecutivo de NALEO, “le dijo al HuffPost en enero que los funcionarios tienen ya problemas en lograr que la gente responda y en convencerla de que el Censo no compartiría su información con otras agencias”.
La nota del HuffPost incluye un enlace a un memorándum interno de la Oficina del Censo de septiembre, en el cual “investigadores del censo informaron que estaban detectando grandes preocupaciones sobre la confidencialidad de los encuestados, particularmente de aquellos en comunidades de inmigrantes. Mucha gente estaba falsificando la información que entregaban a los encuestadores debido a la preocupación por su estatus migratorio o el de alguien que conocían”.
Lea aquí la totalidad del comunicado en inglés.