Willard, OH – Jesús Lara López, un contribuyente de Ohio y padre de cuatro hijos estadounidenses, fue deportado esta mañana tras una triste despedida de su familia. Frank Sharry, Director Ejecutivo de America’s Voice, respondió a través de este comunicado:
Es un triste y lamentable día en que la más poderosa nación del planeta despliega su descomunal poder para aplastar a un hombre, a sus hijos y sus sueños. Jesús Lara López, un inmigrante de México, vino a Estados Unidos con el mismo objetivo que cualquiera: encontrar oportunidades, trabajar y mantener a su familia.
Hoy, nuestro propio gobierno –haciendo uso de nuestros propios impuestos– prefirió imponer su poder no en delincuentes, no en terroristas, no para mejorar la seguridad pública. No, este día nuestro gobierno, con base en el impulso que le ha dado el presidente Trump a las deportaciones, expulsó a un hombre de familia trabajador y padre de cuatro niños estadounidenses por la peor de las razones posibles: porque puede hacerlo.
Jesús Lara vino a este país en busca de una vida mejor hace unos 20 años, como millones lo hicieron antes que él. Después de todo, Estados Unidos le ha dicho a todo el mundo durante mucho tiempo que somos un faro de esperanza, oportunidad y justicia para todos; que somos una nación como ninguna otra; que el Sueño Americano es tu sueño; que nuestros valores deben ser tus valores; que nuestra lucha es tu lucha.
De tal modo que él vino. Y sembró profundas raíces, tuvo un trabajo, pagó sus impuestos cada año, se casó con su novia, empezó una familia y compró una casa. Era un gran vecino, un padre querido y un fiel feligrés. No era un ‘bad hombre’. No era un violador ni un asesino. Solo un hombre en busca de una vida mejor. Hasta que el gobierno de Trump decidió tener una visión diferente de lo que es Estados Unidos. Una visión que se ha hecho más visible con la deportación de Jesús Lara. Y es una desoladora y oscura visión.
Trump ha encontrado a un cómplice disponible para esta agenda de deportación masiva en el secretario de Seguridad Nacional, John Kelly. Considerado alguna vez como un ser consciente, ha demostrado ser el lacayo que quieren Trump, Steve Bannon, Stephen Miller y el Procurador General, Jeff Sessions. Kelly, en palabras de Sean Spicer, le ha ‘quitado los grilletes’ a los agentes de ICE y del CBP. Se esconde en el falso pretexto de que como la ley lo permite, es lo que se tiene que hacer. Le dice a los demócratas en el Congreso que “se callen” si cuestionan a sus agentes. Los culpa por no cambiar la ley, como si la intransigencia del Partido Republicano fuera su culpa.
En el gobierno de Donald Trump, de John Kelly y de la cobardía del Congreso republicano, Estados Unidos ya no es un faro de esperanza, una segunda oportunidad, una nueva vida. Estados Unidos ya no es la tierra del hombre libre, el hogar del valiente. El nuevo mantra que proviene de nuestros líderes es ‘no te queremos aquí; no perteneces a esta tierra; no te necesitamos’.
Estados Unidos fue fundado con base en la idea de la libertad; de que todos los seres humanos fueron creados iguales; de que somos una nación que es formada y transformada por muchos en una sola: E Pluribus Unum. Los nuevos estadounidenses siempre han sido una pieza central de la grandeza del país, hasta ahora. Todos los continentes, todos los pueblos, todas las religiones han realizado un arduo viaje para ser estadounidenses. Ahora, Trump y su rabiosa fuerza de deportación han puesto a la deshonestidad y al poder aplastante del gobierno a trabajar, no para deportar a gente mala, sino para limpiar a la nación de gente que no se parece a nosotros.
La agenda de deportación masiva de Trump tiene muy poco apoyo por parte del pueblo estadounidense. La reciente encuesta a partir de una muestra representativa de 40,000 del PRRI encontró que 79% de los estadounidenses respalda ya sea la vía a la ciudadanía (apoyada por un abrumador 64%) o la residencia legal permanente (15%), para hacer ese total de 79%. Solamente 16% apoyó la opción del gobierno de Trump, de identificar y deportar inmigrantes indocumentados.
Jesús Lara es más estadounidense que muchos estadounidenses. Como lo declaró uno de sus vecinos: ‘Estados Unidos podría utilizar más ciudadanos’ como Jesús y su familia. Desafortunadamente, sus vecinos han aprendido una dura lección. Jesús Lara solo es la punta del iceberg de Trump. Ha puesto al descubierto una estrategia que está en marcha y que socava nuestros valores, nuestra fe y nuestro bienestar económico.
Despierta, Estados Unidos. Es tarde. Jesús Lara es un hombre que ha sido arrancado de su familia y un ejemplo de lo que está mal con el Estados Unidos de Trump. Y es nuestra responsabilidad —tu responsabilidad— luchar por nuestras familias y nuestros valores antes de que sea demasiado tarde. ¿Es esto realmente lo que quieres que nuestro gobierno haga a nombre de nuestros impuestos, deportar a un hombre de familia, contribuyente y religioso y dejar a su familia? ¿Esto te hace sentir bien contigo mismo y con tu país? Jesús Lara no es el primero y tristemente no será el último en ser deportado del país que muchos llaman hogar, los Estados Unidos de América.
La Historia nos está observando. O nos levantamos y nos defendemos hoy, o miraremos hacia el pasado con arrepentimiento en el futuro. Hay un mejor camino. El gobierno debería usar su discreción legal para conceder indultos a quienes tengan profundos lazos y fuerte base patrimonial. El Congreso debe insistir en el uso de la discreción y, en algún momento, proclamar una legislación para crear una política humana, justa e inteligente para quienes ya hacen a este país grandioso. Nuestra nación merece algo mejor. Jesús Lara y sus hijos merecían algo mejor este día.