Como colofón del Día del Padre, el New York Times publicó una aguda historia firmada por Miriam Jordan, en relación con el debate migratorio que se intensifica actualmente en toda la nación, incluyendo una pequeña población de Ohio, en la que se destaca el caso de un padre –Jesús Lara López–, cuya batalla contra su deportación se ha convertido en una prueba de fuego para el gobierno de Trump.
Jordan examina cómo el poblado de Willard, del condado de Huron, Ohio, con una población de 6,000 habitantes, se ha beneficiado de los trabajadores temporales y de inmigrantes establecidos que trabajan en fábricas y en granjas, abren negocios y ayudan a sostener la economía local. Ella escribe:
Pregunte dónde encontrar inmigrantes en Willard y los habitantes le responderán “en la suciedad”, en las tierras de labranza negras como el carbón, orgánicas y ricas que colindan con el pueblo.
A lo largo de los años, muchos latinoamericanos se han establecido aquí, trabajando durante todo el año en las granjas, así como en los viveros y en las fábricas.
La principal avenida del centro de Willard, Myrtle Avenue, ha gozado de un renacimiento gracias a Taco Rico y otros negocios de propiedad hispana.
“Necesitamos hacerlos parte del tejido social de Willard”, dijo el administrador de la ciudad, Jim Ludban, quien creció aquí. Agregó que ha estado “100 por ciento” en favor de dar una fiesta de bienvenida para los inmigrantes de temporada.
Sin embargo, como deja claro el reportaje de Jordan, también hay tensiones en el pueblo. Algunos habitantes cuestionan el papel de los inmigrantes, en tanto que los empleadores temen que la aplicación de severas medidas puedan socavar la fuerza laboral. Y el abrupto cambio del presidente Trump en las políticas de deportación ha colocado las vidas de gente como Jesús Lara –así como a su esposa y sus 4 hijos ciudadanos estadounidenses– en una situación crítica.
Durante años, Lara ha vivido con un permiso legal de trabajo y con una licencia de manejo de Ohio, y ha cumplido sus citas anuales con ICE, un requisito exigido por las autoridades federales de inmigración. Este año, el gobierno de Trump decidió deshacer todo lo que se había avanzado y puso a Lara en camino a la separación permanente de su familia.
David Leopold, abogado del señor Lara y expresidente de AILA, dijo:
Es difícil imaginar que algo bueno resulte de la deportación de Jesús Lara López. Es un padre cariñoso que trabaja duro para proveer de un amoroso y seguro hogar para sus cuatro hijos. Es un trabajador honesto que paga responsablemente sus impuestos. Es un vecino modelo que contribuye con su comunidad de Willard, Ohio. ICE tiene la autoridad legal para hacer lo correcto y permitir que Jesús permanezca en casa con su familia y con la comunidad de Willard, que lo valora. Deportar a Jesús Lara López no está bien. Insulta el legado de Estados Unidos como nación de inmigrantes. El caso de Jesús pide a gritos que el secretario Kelly, el DHS y ICE muestren compasión y justicia, y apliquen el sentido común.
Lynn Tramonte, subdirectora de America’s Voice Education Fund, dijo por su parte:
Jesús ha hecho todo lo que el gobierno le ha pedido hacer. Se ha presentado a sus citas anuales con ICE, ha trabajado duro para mantener a sus hijos. El año pasado, él y su esposa compraron una casa. Contribuyen a Ohio, tanto económicamente como en su comunidad. Sus hijos nacieron y se criaron en Ohio. Es cruel e injusto por parte del gobierno cambiar todo para la familia Lara en cuestión de meses, desterrar a Jesús de Estados Unidos y dejar cuatro hijos ciudadanos estadounidenses sin la presencia diaria de su amoroso padre. Podemos y debemos hacer algo mejor que esto.
Lea el artículo completo del New York Times aquí.
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