Mientras la Casa Blanca se prepara para la celebración anual del Día de San Patricio, es difícil ver más allá de la escandalosa hipocresía del gobierno. Trump y su séquito nacionalista consideran a los musulmanes, refugiados e inmigrantes una amenaza para nuestro país, luego dan un vuelco y celebran la historia de los irlandeses-americanos, que alguna vez fueron acusados exactamente de lo mismo.
Esto es algo sobre lo que el mismo Enda Kenny, primer ministro de Irlanda, dio una lección ayer a Trump durante el almuerzo de los Amigos de Irlanda en Washington. “Hay millones que quieren formar parte de Estados Unidos —o si prefiere, que quieren hacer grandioso a Estados Unidos otra vez”, señaló Kenny, antes de recordarle a Trump sobre los 50,000 irlandeses indocumentados que viven en el país y que sufrirían con base en las severas medidas de una más amplia deportación.
“Nos gustaría que esto se solucionara”, dijo Kenny, en referencia a los inmigrantes en espera de conseguir la ciudadanía. “Esto quitaría una carga a tantos que podrían en este momento salir a la luz y decir ‘Ahora soy libre de contribuir a Estados Unidos como sé que puedo hacerlo’. Eso es lo que quiere la gente”.
Fintan O’Toole resalta en un nuevo artículo para el New York Times:
“Todo esto sería divertido si no implicara la pregunta más incómoda: ¿está bien aplaudir el legado de la masiva migración de irlandeses porque son blancos y cristianos? La pregunta es especialmente pertinente porque muchas de las personas que han ideado, defendido e intentado llevar a cabo las políticas del Sr. Trump de identificar a las comunidades inmigrantes con la delincuencia y el terrorismo son precisamente irlandeses-americanos”.
Y Lawrence Downes señala en una nueva nota:
“En este Día de San Patricio, lo más cercano que Estados Unidos tiene a una fiesta nacional de inmigración, aparte del Día de Acción de Gracias, banquete de los colonos indocumentados, honremos a los inmigrantes que todo mundo ama.
“Es un rito anual, cuando el relato de los desarraigados y trasplantados irlandeses vuelve a adquirir sentido, además de un desfile en la Quinta Avenida. Incluso el gobierno de Trump, ocupadísimo en perseguir y poner contra la pared a los inmigrantes y refugiados más pobres y morenos, hizo una pausa esta semana para esparcir su fango sentimental”.