Por Maribel Hastings
Cuando fue contratada por Frank Sharry, entonces director del Foro Nacional de Inmigración en Washington, D.C. al poco tiempo de salir de la universidad, Vanessa Cárdenas jamás imaginó que 20 años más tarde lo sucedería en la dirección del grupo pro inmigrante America’s Voice, fundado por el activista en 2008.
Y no se trata del cierre de un ciclo, sino del comienzo de uno nuevo donde Cárdenas retorna al activismo pro inmigrante que marcó su vida desde su infancia; que tomó forma en sus años de escuela secundaria; que la llevó al Foro en D.C. y, ahora, luego de haber dejado su huella en diversas organizaciones progresistas nacionales, la coloca al timón de un grupo pro reforma migratoria en uno de los momentos políticos e históricos más complicados para los inmigrantes.
Una vida entre inmigrantes
Pero en cierto modo, Cárdenas ha estado preparándose para este momento toda su vida. Una interesante vida que la vio nacer en Brooklyn, Nueva York; a vivir y crecer en Bolivia hasta los 14 años, para entonces volver a un Estados Unidos que no conocía, sin hablar inglés, y a Virginia, donde vivió en carne propia la experiencia inmigrante que, como ella misma indica, le enseñó “cómo te cambia la vida un pedazo de papel”.
Cárdenas nació en Nueva York, donde su joven madre llegó desde Bolivia con la intención de unirse a sus hermanos, trabajar y aprender inglés. Tras quedar embarazada y dar a luz, la joven madre soltera y sin documentos enfermó y su recién nacida también enfrentó problemas de salud al ser bebé prematura.
Una anécdota jocosa, dice Cárdenas, es que “nací en un hospital en un barrio predominantemente afroamericano y puertorriqueño. Entonces, como mi mamá no hablaba inglés, en mi certificado de nacimiento pusieron que ella era de Puerto Rico, no de Bolivia. Yo soy de ascendencia puertorriqueña en mi certificado de nacimiento original”.
Ante tantos problemas, la mamá de Cárdenas decide regresar a Bolivia con su bebita de 8 meses. Allí, Cárdenas se crió con sus abuelos, y cuando tenía 14 años de edad, su madre decide regresar a Estados Unidos motivada por sus hermanos, pero esta vez al Norte de Virginia.
“Yo no hablaba inglés, mis amigos eran inmigrantes y muchos de ellos indocumentados”, cuenta.
Fue en la escuela secundaria donde Cárdenas entendió cómo su experiencia era tan similar a la de sus compañeros de clase indocumentados y, a la vez, tan diferente, por ser ciudadana.
“Llegué a Virginia justo con esa ola de inmigrantes de Centroamérica y de Sudamérica hacia finales de los ochenta y principios de los noventa. Todo fue un choque cultural, incluso entre los propios latinos, pues se piensa que todos somos iguales cuando no lo somos”, afirma.
Un papel puede cambiarte la vida
A pesar de su personalidad introvertida, Cárdenas despuntó al organizar a los estudiantes en diversas áreas.
“En mi último año de secundaria fui a mi consejera a decirle que estaba interesada en entrar a la universidad y me dijo ‘no puedes porque no tienes papeles’”.
“Todos pensaban que era indocumentada porque cuando comencé la secundaria era como todos mis compañeros de esa época: inmigrante, sin hablar inglés y en el programa de inglés como segundo idioma (ESL). Me costó convencer a mi consejera de que yo sí tenía papeles, que era ciudadana. Fue en ese instante que me di cuenta cómo te cambia la vida un pedazo de papel. Porque yo llegué en las mismas circunstancias que mis compañeros de estudios y para ese tiempo varios de ellos ya estaban abandonando la secundaria porque sabían que sin documentos no iban a tener otras oportunidades, más que trabajar”, indica.
“Ese momento ilustró cómo un papel puede cambiarte la vida y cómo te da oportunidades que yo no hubiese tenido de no ser porque nací aquí. Yo era igual que los demás. Incluso había otros tal vez con más talento que yo, pero eso marcó la diferencia. Yo no tuve control de donde yo nací, ni de las cosas que pasaron. Y sin embargo, yo iba a tener oportunidades que otros no podían tener”, relata Cárdenas.
“Toda mi vida, hasta ese incidente con la consejera, fue la experiencia inmigrante. La mayoría de mis tíos eran indocumentados, laboraron décadas con sus empleadores para que les dieran papeles aguantando un montón de abusos. Mi mamá trabajaba como profesora de inglés en Bolivia y acá limpiaba casas y cuidaba niños. Yo iba con ella a limpiar casas. Mis tíos tenían dos trabajos, en restaurantes de día, de parking attendants en la noche. Mis tías en housekeeping. Esa era la vida que teníamos…La historia de todos los inmigrantes que enfrentan esos retos aquí en Estados Unidos”, observa. Al cumplir los 21 años, Cárdenas pudo ajustar la situación migratoria de su mamá.
Conciencia y compromiso
Cárdenas se recibió en Ciencias Políticas, y su afán por trabajar en la defensa de inmigrantes la llevó, por azares del destino, a conocer a Frank Sharry durante una capacitación de activistas en el Norte de Virginia. Posteriormente, cuando surgió una plaza en el Foro, Sharry y el entonces director de comunicaciones del grupo, Douglas Rivlin, actual director de comunicaciones de America’s Voice, la llamaron. El resto es historia.
Del Foro, Cárdenas pasó a trabajar con diversas organizaciones progresistas nacionales en diversos temas “porque veía la necesidad de tener más voces pro inmigrantes dentro del movimiento progresista”.
Pero volvió a su primer amor, la defensa de los inmigrantes y la búsqueda para ellos del mismo documento de identidad que a ella le cambió la vida.
Cárdenas asume el reto de suceder a Sharry, una figura clave e icónica en el movimiento pro inmigrante. Y lo hace en un momento complicado, tanto para el movimiento pro inmigrante, donde es difícil presentar un frente unido en prioridades y estrategias, y para los propios inmigrantes ante los ataques de un Partido Republicano marcado por el prejuicio y la xenofobia.
“Me honra que la junta directiva haya tenido la confianza en mí para liderar este organismo que ha hecho tanto por la comunidad inmigrante, y me honra que Frank, que fue mi primer jefe y que siempre ha sido mi mentor, me haya apoyado, pues demuestra que él reconoce la importancia de que tengamos líderes que reflejen a las comunidades que servimos”, señala Cárdenas.
Retos por enfrentar
Para ella, “el reto principal es que nuestra democracia está en peligro, y las fuerzas nativistas y los nacionalistas blancos quieren dominar la política en Estados Unidos”. E indica: “Hay que recordar a los estadounidenses que los inmigrantes somos parte intrínseca de quiénes somos como estadounidenses, que la inmigración es algo que suma, no que resta, y que el futuro de este país depende de que invirtamos en las comunidades de color, incluyendo la comunidad inmigrante, porque somos el futuro de esta nación”.
Reconoce además el reto de las divisiones en el movimiento pro inmigrante. “Pero hay dos puntos importantes. Primero, que la comunidad por la que estamos luchando requiere urgentemente un alivio a este problema que llevamos arrastrando por décadas. Segundo, que como bien decía el líder de derechos civiles Wade Henderson, hay torch bearers y deal makers, es decir, necesitamos la gente en las calles luchando, y necesitamos a la gente que está en las mesas de negociaciones lidiando con las realidades políticas que vivimos y llegando a compromisos para avanzar hacia el progreso”, dice Cárdenas.
“La lección es que siempre tenemos que avanzar hacia donde queremos llegar”, agrega.
“Esa es mi esperanza de trabajar en este movimiento que tiene muchas perspectivas, pero también sé que todas las personas de este movimiento tienen la misma meta. Hay un papel que todos tenemos que jugar para avanzar, siempre pensando en lo que podemos lograr por el bien de los inmigrantes que día a día sufren por no tener una solución permanente”, concluye.