En otra señal del caos con el que mal gobiernan los republicanos, el ala más extremista y pro Donald Trump destituyó al presidente de la Cámara Baja, Kevin McCarthy, por no haber cedido a sus presiones de cerrar el gobierno si no se agregaban, entre otras cosas, medidas antiinmigrantes al presupuesto gubernamental. Es la primera vez en la historia que algo así ocurre.
Ha sido una muestra palpable del innegable y siniestro poder que tiene dicha ala más extremista del Partido Republicano, la que suele ser más antiinmigrante, la que sin pena alguna promueve su retórica de odio por doquier, misma que ha alentado a desequilibrados a llevar a cabo actos de terrorismo doméstico asesinando masivamente a miembros de minorías, como en El Paso en 2019.
Precisamente el hecho de que McCarthy trabajara con los demócratas para evitar el cierre del gobierno fue la gota que derramó la copa para esos extremistas MAGA liderados por el congresista republicano de Florida, Matt Gaetz, quien presentó la moción para dejar vacante la presidencia y que finalmente se aprobó en votación 216-210. Claro está, en la política hay extrañas alianzas y en esta oportunidad los demócratas optaron por apoyar la destitución de McCarthy por entender que no les correspondía a ellos salvarlo. Digamos que McCarthy se ganó a pulso la antipatía demócrata.
Los ocho republicanos que le dieron jaque mate a McCarthy son algunos de los mismos que lideraron los esfuerzos para evitar que fuera electo presidente cameral. Hubo 15 votaciones en enero previo a su elección y McCarthy aceptó todas las demandas impuestas por la bancada MAGA, incluyendo que un solo congresista pudiera presentar la moción para dejar vacante la presidencia cameral, lo que acaba de costarle el puesto.
Enredado en su propia telaraña, a McCarthy no le quedará más remedio que aceptar que su “dureza” como líder intransigente y ciertamente antiinmigrante no fue suficiente para vencer ni convencer a miembros de su propia bancada, quienes han demostrado que van con todo para consolidar su posición supremacista, así sea devorándose entre ellos mismos.
En otras palabras, el bando MAGA que está detrás de toda esta telenovela política hace honor a su líder Trump y es un agente de caos que evidencia su incapacidad de gobernar de manera efectiva. Preferían el cierre del gobierno con todas sus implicaciones negativas para la ciudadanía, si eso adelantaba su causa, como la inclusión en la medida presupuestal de una lista de demandas para seguir la construcción del muro fronterizo y para continuar minando las leyes de asilo.
Antes de que expiren los 45 días de la medida temporal que tiene al gobierno federal operando seguiremos viendo los esfuerzos republicanos para seguir tratando de incluir sus punitivas medidas fronterizas y su ataque a las leyes de asilo, las mismas propuestas que utilizan como estrategia electoral.
En el fondo, con esta nueva movida política se confirma que este país —como permanente experimento social— está a prueba una vez más y que todos somos parte de este momento, de esta nueva era de ejercer la política. Desafortunadamente, lo que está ocurriendo hoy en tiempo real no es producto de nuestra imaginación, sino una verdadera amenaza al bien común y, por extensión, a la democracia.
Es decir, lo tenebroso de todo esto es que es apenas la punta del iceberg, porque si los republicanos MAGA son capaces de destituir a su propio presidente cameral por considerar que no es lo suficientemente radical, qué podemos esperar si Trump gana la nominación republicana y es electo en 2024.
En efecto, ser testigos de lo que son capaces de hacer en función de Trump —ese que aún mueve los hilos de este caos en que ha caído el poder legislativo de la democracia más emblemática el mundo— es, cuando menos, crucial para estar preparados de la mejor manera posible y enfrentar lo que viene para el país en los próximos meses. Y no pinta nada bien con los republicanos MAGA reacomodándose en sus posiciones de siempre.
Trump, el acusado de 91 cargos criminales, tiene una lista de demócratas de quienes quiere vengarse. Ese es precisamente su objetivo de regresar a la Casa Blanca: seguir minando la democracia y buscar la forma de completar en un segundo mandato todo lo que se le quedó pendiente, sobre todo en materia migratoria.
En los pasados días los mítines de Trump muestran a un expresidente consumido por una sed de venganza contra quienes según él le “robaron” la elección en 2020 y, por ende, lo humillaron. La misma sed de venganza que llevó a Gaetz a presentar la moción para remover a McCarthy. La misma sed de venganza que amenaza con seguir socavando nuestras instituciones y nuestra democracia. En eso radica la urgencia de registrarse y votar para evitar que los agentes del caos prevalezcan en 2024.
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