Junio es el Mes de la Herencia Inmigrante, y aunque este país ha sido construido y sostenido por inmigrantes a lo largo de su historia, esta conmemoración está enmarcada por los ataques frontales que están sufriendo en este momento. Esto sucede particularmente en el caso de republicanos que buscan la nominación presidencial de su partido, como el expresidente Donald Trump, y el gobernador de Florida, Ron DeSantis.
A los migrantes también se les ataca en la actualidad a través de leyes e iniciativas estatales, como en Florida y Texas, que buscan satanizar y perseguir indocumentados, aunque afecten adversamente sus economías, su imagen y la situación de las miles de familias de situación migratoria mixta.
Tal parece que el tejido social estadounidense, tan rico y diverso culturalmente, no es algo que interese a la parte republicana; antes bien, lo que pretende es convertir a este país en un enclave excluyente donde las minorías, especialmente si son de color, no tengan posibilidades de sobresalir, a pesar de sus múltiples aportaciones.
Por ejemplo, tras el fin del Título 42, los cruces en la frontera han experimentado su nivel más bajo en la presidencia del demócrata Joe Biden. No obstante, los republicanos, que anticipaban un caos sin cuartel que pudieran explotar política y electoralmente, siguen actuando como si la franja fronteriza estuviera en total descontrol, pues esa narrativa se acomoda a su mensaje electoral extremista y antiinmigrante.
Pasan por alto, por ejemplo, que esa zona limítrofe tiene vida propia, que el “caos” que mencionan es, en todo caso, una dinámica geográfica natural que se ha desarollado durante más de un siglo y que mantiene en contacto permanente a dos naciones mediante el multimillonario comercio que tiene lugar ahí.
Por otro lado, no se trata únicamente de vilipendiar indocumentados. Los migrantes que llegan buscando asilo también son blanco de ataques. Este fin de semana los medios en español reportaron ampliamente sobre la llegada el viernes a Sacramento, California, de 16 solicitantes de asilo venezolanos y colombianos que fueron traídos en un vuelo privado y luego dejados frente a una iglesia. Un segundo vuelo con una veintena de migrantes llegó el lunes también a Sacramento.
La Oficina del Fiscal en California asegura que los migrantes fueron llevados a ese estado desde Texas vía Nuevo México por la misma empresa que condujo los vuelos ordenados por el gobernador DeSantis el año pasado. Cabe señalar que otros gobernadores republicanos, de Texas y Arizona, han enviado autobuses con migrantes a ciudades lideradas por demócratas. Pero DeSantis ha ido más allá con vuelos que ni siquiera se originan en Florida.
Esa especie de intromisión en asuntos federales y de otros estados puede darle puntos políticos en el corto plazo a DeSantis, pero a la larga el que sale perdiendo es él mismo, pues nunca podrá deshacerse de esa imagen de antiinmigrante y buscapleitos que en nada beneficia a Florida ni a su población, por más que lo respalde.
El 1 de julio entra en vigor la ley promulgada por DeSantis, considerada la más severa en la nación contra los indocumentados. Pero usar a solicitantes de asilo para atacar al presidente Biden y acusarlo de tener las “fronteras abiertas” es perverso. Pero más perverso aun es ese racismo inocultable de leyes así, con las que seguramente los republicanos conmemorarán en algún tiempo su propio “Mes de la Herencia Republicana Antiinmigrante”.
Sin embargo, entre tantos oscuros ataques hay rayos de luz.
Los medios han reportado también sobre estadounidenses que dan la bienvenida a solicitantes de asilo con carteles y flores. Muchos se presentaron en los albergues en diversas partes del país para llevar ropa, alimentos de bebés y artículos de primera necesidad. Son muchos los estadounidenses que han dado un paso al frente para auspiciar a esos peticionarios de asilo. Además de los venezolanos, los cubanos, haitianos y nicaragüenses también son elegibles para el permiso humanitario.
Porque no hay que olvidar que entre todos esos solicitantes de asilo y otros migrantes hay seguramente futuros líderes y personas que con sus sueños y su esfuerzo engrandecerán este país. Cerrarles el paso es como cerrar las opciones que aún tiene Estados Unidos de no perder su lugar en la historia como nación de bienvenida de migrantes. En el esfuerzo de sus generaciones actuales por abrazar la inmigración radica la esperanza de que generaciones venideras continúen con el compromiso histórico de no permitir que el país se desplome por falta de su esencia mayor: los nuevos inmigrantes.
Los mismos inmigrantes que contribuyen a la economía, la educación, la política, las artes, la cultura, la gastronomía, los deportes y en tantos otros rubros. Los inmigrantes que hay que acoger y celebrar, no satanizar ni atacar. Otorgar TPS a nacionales de países que lo requieren y legalizar a los millones de indocumentados entre nosotros es una forma de honrar sus aportaciones.
Al anunciar el inicio del Mes de la Herencia Inmigrante, el Secretario de Estado, Antony Blinken, dijo lo siguiente:
“Me honra seguir los pasos de la exsecretaria de Estado, Madeleine Albright, quien nació en Checoslovaquia y se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo de Secretaria de Estado, y del exsecretario de Estado, Henry Kissinger, quien nació en Alemania y desempeñó un papel clave en dar forma a la política exterior de Estados Unidos durante la Guerra Fría. Los estadounidenses naturalizados trabajan en cada una de las oficinas del Departamento…Sus contribuciones y logros son un recordatorio de que nuestra herencia inmigrante es nuestra fortaleza y que los inmigrantes ayudan a que la diplomacia estadounidense sea más fuerte, inteligente e innovadora”.
Al proclamar Junio 2023 como el Mes de la Herencia Inmigrante, el presidente Biden enumeró algunas de sus contribuciones:
“Hoy, un tercio de nuestros médicos y casi tres cuartas partes de nuestros trabajadores agrícolas son inmigrantes, y muchos más son trabajadores esenciales, socorristas y militares. Los inmigrantes son propietarios de aproximadamente uno de cada cinco negocios, crean millones de puestos de trabajo, pagan cientos de miles de millones en impuestos y gastan aún más en productos estadounidenses. Casi la mitad de todas las empresas de Fortune 500 fueron iniciadas por inmigrantes o sus hijos. Los inmigrantes ayudan a fortalecer nuestros lazos diplomáticos y de persona a persona en todo el mundo. Es simple: los inmigrantes mantienen nuestra nación fuerte y nuestra economía en crecimiento”.
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