Aunque Donald Trump asegura que su plan de deportaciones masivas ayudará a los trabajadores estadounidenses, un reciente análisis concluye que no será así. Ya ha ocurrido antes. En diversos momentos de nuestra historia, las deportaciones significativas de indocumentados han sido desfavorables para la economía reduciendo empleos y salarios, e incluso eliminando puestos de trabajo.
Trump no ha provisto detalles de cómo piensa implementar lo que llama el mayor operativo de deportaciones “en la historia de Estados Unidos”, con la excepción de decir que fuerzas militares y policiales colaborarán para efectuar redadas, detenciones y deportaciones a gran escala.
Pero estamos hablando de deportar al 5% de la fuerza laboral de Estados Unidos. De los aproximadamente 11 millones de indocumentados, 8 millones trabajan, lo que representa 5% de la fuerza trabajadora estadounidense. Además, se desempeñan en industrias clave para nuestra economía: son 22% de todos los trabajadores agrícolas, 15% de los trabajadores de la construcción y 8% de los trabajadores de la industria manufacturera. El descalabro económico sería de marca mayor.
El análisis titulado El impacto económico de la deportación masiva sobre los ciudadanos y los inmigrantes autorizados fue preparado por los expertos Robert Lynch y Michael Ettlinger, para la Escuela de Política Pública Carsey de la Universidad de New Hampshire. La conclusión central es que históricamente la remoción de miles de indocumentados de la economía ha tenido efectos adversos. Esto se debe a que las empresas no sustituyen esa mano de obra porque no consiguen trabajadores estadounidenses que quieren hacerla; porque se recurre a máquinas para sustituir al trabajador, dependiendo de la industria, claro está, o a que se reducen las operaciones resultando incluso en despidos, eliminación de plazas y reducciones de salarios.
“Por ejemplo, la deportación de 454,000 trabajadores inmigrantes no autorizados a estar en Estados Unidos entre 2008 y 2015 (bajo Comunidades Seguras) redujo la proporción de empleo de los trabajadores nacidos en Estados Unidos en un 0.5% y sus salarios por hora en un 0.6%”, dice el estudio.
En décadas previas los efectos de las deportaciones fueron igualmente negativos.
De 1929 a 1937, entre 400,000 y medio millón de inmigrantes mexicanos de primera y segunda generación fueron deportados con el argumento de que se abrirían puestos de trabajo para los estadounidenses en medio de la Gran Depresión. Pero no fue así.
“Los mayores efectos negativos sobre el empleo se produjeron en los puestos de trabajo complementarios a los ocupados por los deportados. Sin trabajadores inmigrantes, los empresarios eliminaron los empleos mejor pagados de los nativos que dependían del trabajo de los inmigrantes”, dice el reporte.
“El análisis de los autores descartó un efecto positivo sobre los salarios y descubrió que el efecto sobre los sueldos de los nacidos en Estados Unidos era neutro o negativo (es decir, los salarios disminuían)”, agrega el análisis.
En 1964, con la llamada exclusión de Braceros, casi medio millón de trabajadores agrícolas mexicanos fueron deportados de Estados Unidos supuestamente para mejorar las condiciones laborales y salariales de los trabajadores agrícolas no inmigrantes.”Los puestos de trabajo y los salarios más altos que pronosticaron los patrocinadores del plan no se materializaron. Más bien, en lugar de contratar a más trabajadores agrícolas no inmigrantes, los empresarios recurrieron a la mecanización y a otros cambios en los procesos de producción agrícola, o simplemente redujeron la producción nacional”.
Por lo cual las deportaciones masivas a futuro, también serán desfavorables para la economía.
“Se calcula que las futuras deportaciones a gran escala reducirán el tamaño de la economía estadounidense. Las estimaciones de la pérdida económica de Estados Unidos oscilan entre el 2.6% y el 6.2% del Producto Interior Bruto. A niveles de 2023, estas cifras equivalen a pérdidas económicas de entre 711,000 mil millones de dólares y 1.7 billones de dólares. Se ha calculado que las pérdidas de empleo por las futuras deportaciones masivas llegarán al 3.6%”, dice el análisis.
En una columna de opinión en el Boston Globe, Ettlinger, coautor del análisis y director fundador de la Escuela de Política Pública Carsey, concluye lo siguiente: “Sí, los economistas saben estas cosas. También la mayoría de los estadounidenses. El 77% de los encuestados cree que los inmigrantes no autorizados hacen trabajos que los ciudadanos no quieren ni van a hacer. Deportarlos es malo para todos. La idea de que la deportación ayuda a los ciudadanos estadounidenses siempre ha sido una ilusión. No funcionó antes y no funcionaría esta vez”.