El triunfo del republicano Donald Trump sobre la nominada demócrata, Kamala Harris, me hace cuestionarme qué puede llevar a un país a favorecer a un candidato convicto que promueve el racismo, la división, la falta de respeto hacia todos, en especial hacia las mujeres, que deshumaniza a los inmigrantes, que prometió deportaciones masivas, y perseguir a sus opositores.
Desconozco en qué momento el carácter de un líder pasó a un segundo plano donde ya no importa su vergonzosa conducta, sus ataques a la democracia, su coqueteo con dictadores o que no oculta que lo único que lo motiva es su propio beneficio y su sed de desquite contra quienes considere sus enemigos. Se vale todo siempre y cuando se gane, parece ser el razonamiento. O será que la selección refleja lo que es el país y la sociedad. O que el racismo y la misoginia fueron más fuertes; que el miedo y el resentimiento se impusieron.
El caso es que Estados Unidos se inclinó hacia la extrema derecha pues no es solo que Trump ganó la presidencia sino que los republicanos controlarán el Senado y aparentemente la Cámara Baja. Es decir, que Trump tendría carta blanca para impulsar su agenda extremista a nivel legislativo.
Pero, ¿qué pasó? Ahora comienzan a desmenuzarse los resultados para ver qué factores determinaron el triunfo de Trump, quien incluso ganó el voto popular, algo que no consiguió ni en 2016 ni en 2020.
Trump parece haber mejorado sus porcentajes de apoyo entre diversos sectores electorales, incluyendo los votantes latinos, particularmente los hombres latinos. Y fueron ganancias significativas.
Tal parece que el tema del aborto tampoco hizo que Harris obtuviera un apoyo abrumador entre las mujeres. Y el voto de los hombres jóvenes, incluidos los afroamericanos, favoreció a Trump.
Los demócratas tuvieron pérdidas con todos los grupos.
La pregunta obligada es qué pudieron hacer los demócratas para detener la erosión entre los votantes que componen su base, como los latinos. Por décadas se les ha indicado a los demócratas que no pueden asumir que tienen el apoyo absoluto de ciertos sectores. Que deben invertir y cortejar ese voto y no salir a buscarlo únicamente en temporada electoral. Los demócratas sabían de la erosión del apoyo entre hombres latinos pero no tuvo sentido de urgencia pensando quizá que de todos modos ganarían el voto hispano, aunque con un porcentaje más bajo.
Y es que a pesar de sus bajas tasas de desempleo bajo el gobierno de Biden, los latinos, como el resto del país, citaban la economía y el alto costo de vida en general, como su principal preocupación. Tampoco podemos descartar el factor racial y el machismo entre las razones para que los latinos favorecieron a Trump sobre Harris.
Joseph de Maistre dijo que cada pueblo tiene el gobierno que merece. El problema es que también pagan justos por pecadores pues en el caso de Trump, sus políticas extremistas afectarán también a quienes no votaron por él. El país sigue dividido.
Pero la mayoría eligió, no se lo impusieron. Hay que arremangarse y prepararse para lo que se avecina que no será nada fácil, particularmente en materia migratoria.
Trump hizo de la inmigración y de los viciosos ataques contra los inmigrantes, el tema central de su campaña. Los llamó animales, criminales, promovió la mentira de que los haitianos se comían las mascotas en Springfield, Ohio. Y tal y como lo describe el Proyecto 2025, la hoja de ruta de su segunda administración, Trump prometió deportaciones masivas.
Trump y su vicepresidente electo, J.D. Vance, han indicado que nadie está exento de la deportación, incluso los inmigrantes que al presente tienen permisos de trabajo y están amparados por programas como DACA y TPS, que Trump quiere eliminar.
El miedo que Trump infundió con la inmigración le funcionó como elemento de movilización. Pero un sondeo de NBC a boca de urna encontró que la inmigración fue tema importante solamente para 11% de los votantes. Y otros sondeos demuestran que cuando se les da la alternativa, los votantes favorecen una vía de legalización para los indocumentados sobre las deportaciones masivas.
Trump también prometió revocar políticas de protección del medio ambiente, eliminar el Departamento de Educación, y es probable que tenga la oportunidad de nominar a otros jueces supremos como los tres que nominó y que inclinaron la balanza para eliminar el derecho al aborto. También se ha referido a los demócratas y quienes no lo apoyan como el “enemigo interno” contra quienes podría usar a los militares. Quiere sustituir empleados federales de carrera con sus propias fuerzas leales.
A pesar de todo, los estadounidenses le concedieron un segundo mandato.
Hay que abrocharse el cinturón porque se avecina mucha turbulencia.