Cada año procuro escribir una columna de Acción de Gracias en el contexto migratorio agradeciendo las contribuciones de los inmigrantes al país, particularmente su esencial mano de obra en diversas industrias clave de nuestra economía, como los trabajadores que siembran, pizcan y los que procesan los alimentos que consumiremos este jueves (y a diario), incluso aquellos que abogan por la deportación de esos inmigrantes.
Ahora que el plan de deportaciones masivas del presidente electo, Donald Trump, comienza a materializarse, es importante recalcar quiénes son esos indocumentados porque solamente se habla de “criminales”, pero el “zar de la frontera”, Tom Homan, asegura que nadie está descartado.
Así que si celebra Acción de Gracias y las fiestas decembrinas, cuando coma recuerde que es muy probable que manos indocumentadas sembraron, pizcaron y procesaron esos alimentos. Se calcula que 8 millones de trabajadores en Estados Unidos son indocumentados, representando 5% de la fuerza laboral, pero sus porcentajes en industrias clave son mayores: 22% de los trabajadores agrícolas son indocumentados, 15% de los trabajadores de la construcción, casi 10% de los trabajadores de restaurantes y hoteles, y 8% de la industria manufacturera.
Aunque los expertos advierten que las deportaciones masivas de trabajadores en todos estos sectores y en otros, como en el área de la salud, provocará un descalabro de grandes proporciones, no hay que ser un experto para entenderlo.
Si de alimentos se trata, la cadena de producción y distribución se vería seriamente afectada y eso genera no únicamente escasez de productos sino alza de los precios. En su campaña, Trump prometió reducir el costo de los alimentos, una de las quejas centrales de los votantes. Y ahora amenaza con imponer aranceles a productos importados de México, Canadá y China lo cual, según economistas, supondrá un alza en los precios de los productos, incluidos los alimentos.
Pero ya hay industrias pidiendo ser eximidas de las deportaciones masivas.
La agencia Reuters reportó que grupos de la industria agrícola estadounidense quieren ser eximidos de las deportaciones masivas por su impacto sobre la cadena de suministro de alimentos.
“La expulsión masiva de trabajadores agrarios conmocionaría la cadena de suministro alimentario y elevaría los precios de los productos de consumo, afirma David Ortega, profesor de economía y política alimentarias de la Universidad Estatal de Michigan”, escribió Reuters.
Un análisis del American Immigration Council concluyó que “a nivel nacional, la deportación masiva expulsaría a 1.5 millones de trabajadores de la construcción y a 224,700 de la agricultura. Mientras tanto, cerca de un millón de trabajadores indocumentados del sector de la hostelería serían deportados debido a su falta de estatus migratorio; 870,400 de la industria manufacturera; 500,800 de los servicios generales, que incluyen cosas como reparación de automóviles, peluquerías y servicios de limpieza en seco; y 460,500 de los sectores del transporte y almacenes”.
El reporte agrega que “debido a la pérdida de trabajadores en todas las industrias estadounidenses, hemos constatado que la deportación masiva reduciría el producto interno bruto (PIB) de Estados Unidos entre un 4.2% y un 6.8%. También supondría una reducción significativa de los ingresos fiscales para el gobierno estadounidense. Sólo en 2022, los hogares de inmigrantes indocumentados pagaron 46,800 millones de dólares en impuestos federales y 29,300 millones de dólares en impuestos estatales y locales. Los inmigrantes indocumentados también contribuyeron con 22,600 millones de dólares al Seguro Social y con 5,700 millones de dólares a Medicare”.
Eso sin contar con otros efectos directos de remover en masa a trabajadores de diversos sectores. Previo a las elecciones escribí sobre el impacto económico de las deportaciones basado en el análisis de los expertos Robert Lynch y Michael Ettlinger, para la Escuela de Política Pública Carsey de la Universidad de New Hampshire. La conclusión es que históricamente la remoción de miles de indocumentados de la economía ha tenido efectos adversos. Esto se debe a que las empresas no sustituyen esa mano de obra porque no consiguen trabajadores estadounidenses que quieren hacerla; porque se recurre a máquinas para sustituir al trabajador, o a que se reducen las operaciones resultando incluso en despidos, eliminación de plazas y reducciones de salarios.
Así que demos gracias por lo que tenemos hasta el momento porque si estos planes de deportaciones masivas se concretan, el panorama para nuestra economía y nuestros trabajadores no es nada alentador, lo cual nos afecta a todos.
Aprovecho para agradecer el trabajo, el tesón y la valentía de los inmigrantes que ante vientos huracanados siguen sosteniendo la economía de un país que no les ha dado el trato y el respeto que se merecen. Pero como dice el refrán, nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde.