Entre tanta noticia negativa en el frente migratorio durante los meses anteriores, fue como un bálsamo que el presidente Joe Biden anunciara la semana pasada la ampliación de la Ley de Seguro Médico Asequible (ACA, por su sigla en inglés) y Medicaid para incluir a los Dreamers. Las reacciones positivas no se hicieron esperar, desde los propios beneficiarios de la iniciativa, hasta legisladores y grupos pro inmigrantes.
La noticia fue también como un oasis en medio de este desierto en que se ha convertido la promesa de una mejora en la situación de millones de migrantes. quienes han esperado más de tres décadas para sentirse plenamente reconocidos en una sociedad que los utiliza en su economía, pero que no los toma en cuenta en el ámbito de sus facultades legales con una reforma migratoria.
En efecto, hacen falta más acciones como la más reciente del presidente Biden, considerando que las posibilidades de una reforma migratoria por la vía legislativa son nulas en este momento con una Cámara de Representantes de mayoría republicana, y cuyo presidente, el congresista de California Kevin McCarthy, advirtió que nada que suponga beneficios migratorios verá la luz del día.
De hecho, esta semana el Comité Judicial de la Cámara Baja consideraría el proyecto republicano migratorio presentado el lunes, el cual concentra las medidas más restrictivas y punitivas del expresidente Donald Trump; entre otras cosas, minando las leyes de asilo y permitiendo la detención de familias enteras en la frontera.
Pero este martes, el senador demócrata de Nueva Jersey, Bob Menéndez, dio a conocer un programa migratorio que no requiere de la intervención del Congreso y que, entre otras cosas, agiliza los procesos en los casos de asilo y también de las deportaciones de quienes no tengan casos creíbles; crea un Estatus de Protección Temporal (TPS) para Centroamérica, y propone que se gire un perdón humanitario (parole) para que 12 millones de indocumentados vivan sin temor a la deportación, de acuerdo con Univision.
Si se mira bien, este plan abre una nueva ruta no solo en el debate migratorio, sino que se coloca en la cima de las soluciones reales que toman en cuenta, sobre todo, la vida de millones de seres humanos; de familias enteras que trabajan arduamente día a día para mantener a flote las economías locales, mediante empleos que solo los migrantes están dispuestos a hacer, además de escuelas, bancos, hospitales y toda una gama de pequeños negocios que salen siempre al rescate.
Es decir, la intención de Menéndez es demostrar que hay cosas que pueden hacerse sin que medie el Congreso, y que no es necesario centrarse solamente en la frontera y permitir que ello eclipse las otras cosas que pueden conseguirse.
Más aún, es un mensaje a la Casa Blanca de que no hay que centrarse únicamente en medidas punitivas, sino dar cabida a iniciativas que brinden un alivio, en tanto puede conseguirse algo a nivel legislativo. Es cierto que no se han propuesto algunas acciones ejecutivas positivas ante el temor de que sean frenadas en los tribunales, pero al menos hay que intentarlo.
El 27 de junio se cumplen 10 años de la aprobación del proyecto S. 744 en el Senado federal. Ese proyecto ofrecía una vía a la legalización y posterior ciudadanía a millones de indocumentados. Se aprobó en votación 68-32 con el apoyo de todo el caucus demócrata y de 14 republicanos en un Senado, en ese momento, de mayoría demócrata.
Pero como ha sido el caso durante años, los republicanos que controlaban la Cámara Baja lo dejaron “morir”, pues solamente se han dedicado a obstruir cualquier viso de solución sensata y únicamente, como ahora, quieren explotar el tema para mantener despierta a su base MAGA, pues solucionar este asunto sería quitarles un arma electoral.
Por eso Biden —y cualquier demócrata que ocupe la Casa Blanca— no debe entrar en ese juego y debe proponer y ejecutar medidas que beneficien a los inmigrantes, al país y a la economía. Y, ¿por qué no?, es también beneficioso a nivel electoral. Aunque la inmigración no sea la primera de las prioridades entre los votantes latinos, sí incide en su apoyo a los candidatos, ya sea por empatía o porque hay millones de familias de estatus migratorio mixto y, por ende, la falta de reforma migratoria toca a muchos.
Ahora que se aproxima el fin del Título 42 y la Casa Blanca teme repercusiones políticas ante lo que ocurra en la frontera, el presidente debe recordar que de todos modos nunca tendrá el apoyo de votantes republicanos extremistas. Pero en su afán de mostrar mano dura, puede apartar a votantes que, en las buenas y en las malas, han apoyado al Partido Demócrata esperando una reforma migratoria.
Para leer la versión en inglés de esta columna consulte aquí.