Al testificar en las audiencias del escándalo de Watergate en junio de1973, el asesor legal de Richard Milhous Nixon, John Dean, narró la conversación que tuvo con el mandatario, y de la que se tendría grabación, para explicarle la gravedad de la situación que enfrentaba.
“Comencé por decirle al presidente que había un cáncer creciendo en la presidencia y que si ese cáncer no se removía, terminaría por matar al propio presidente”, declaró Dean.
El resto es historia.
Ahora que en 2017 enfrentamos nuestra propia crisis presidencial, John Kelly, el jefe de despacho del presidente Donald J. Trump, ha comenzado a remover tumores de la presidencia.
El problema, claro está, es que Trump sigue siendo presidente y que otros tumores siguen presentes.
La purga continuó el pasado viernes con la salida del asesor y estratega Steve Bannon, un nacionalista antiinmigrante que fue crucial en el triunfo de Trump allegándole el favor y los votos del sector nativista y de otros votantes desafectos, incluyendo demócratas, que se creyeron el cuento de que Trump era un “empresario exitoso” que traería bonanza económica a sus vidas.
Y Bannon lo hizo con su principal arma: el portal de internet Breibart, reconocido por diseminar teorías de la conspiración, falsedades, y calumnias disfrazadas de periodismo serio.
El mismo viernes se anunció el regreso del hijo pródigo Bannon a su hogar en Breibart, lo cual puede suponer buenas y malas noticias para Trump.
Pero sea cual sea el caso, comenzaron los análisis y las conjeturas sobre lo que significa la salida de Bannon para la inexistente “agenda” legislativa de Trump. ¿Qué significaría en materia migratoria?
Mi respuesta es simple. No significa nada, porque el anarquista y antiinmigrante en Jefe, Trump, sigue siendo presidente.
Bannon no era su asesor formal cuando en junio de 2015 Trump anunció que buscaría la nominación presidencial republicana echando mano de los inmigrantes como chivos expiatorios y tildando a los mexicanos de violadores y narcotraficantes.
Trump no necesita a Bannon para demostrar sus peores instintos como hizo el martes al equiparar al KKK, supremacistas blancos y neonazis con manifestantes opuestos a su odio. Trump puede hacerlo solito porque es su esencia. Es quien es.
Además, otras figuras más antiinmigrantes siguen presentes, incluyendo al siniestro Stephen Miller, quien también aboga por la reducción de la inmigración documentada.
Y ni hablemos del Secretario de Justicia, Jeff Sessions, exsenador de Alabama y una de las figuras más antiinmigrantes de esta administración, ahora enfrascado en una lucha sin cuartel contra las ciudades santuario.
El movimiento nativista y antiinmigrante sigue representado en esta administración comenzando con el propio presidente.
De manera que Kelly podrá seguir removiendo tumores, pero el cáncer que es Trump ya hizo metástasis en la presidencia.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice