En estos momentos, Maribel Trujillo Díaz está detenida en Louisiana aguardando su deportación programada para esta semana, a menos que alguien en este cruel gobierno de Donald Trump entienda que esta madre de cuatro niños ciudadanos estadounidenses sin historial delictivo no es una amenaza para nuestras comunidades y mucho menos para nuestra seguridad nacional.
No te conozco, Maribel, pero reconozco en tu historia las de otras madres y padres sin historial delictivo que viven escondiéndose cual si fueran delincuentes por buscar un mejor futuro para sus hijos; o incluso, para no convertirse en víctimas de narcotraficantes y pandilleros en sus países de origen. Muchos piden asilo, pero les es denegado porque Estados Unidos no le concede asilo a ciudadanos de países aliados o prefiere ignorar el horror del que huyen millones de inmigrantes mexicanos y centroamericanos, agobiados por la violencia de las pandillas y del narcotráfico.
Maribel Trujillo no es un “bad hombre” de los que Trump prometió deshacerse. Maribel llegó desde México a Estados Unidos hace 15 años precisamente huyendo de la violencia de las pandillas. Su hermano recibió amenazas y su padre habría sido secuestrado. En 2007 ICE hizo una redada en su centro de trabajo y la agencia inició el proceso de deportación.
Maribel solicitó asilo pero le fue denegado en 2012. Siguió apelando pero en 2014 recibió una orden final de deportación. Sin embargo, el gobierno de Barack Obama priorizó las deportaciones determinando que Maribel no constituía una prioridad de deportación por no tener historial delictivo. Además, tiene cuatro hijos ciudadanos estadounidenses, la más chica de los cuales, de apenas tres años de edad, tiene necesidades especiales.
Como candidato, Trump prometió una Fuerza de Deportación que está haciendo realidad con la ayuda de sus Departamentos de Seguridad Nacional (DHS) y Justicia, y sus respectivos secretarios, John Kelly y Jeff Sessions. Este último fue a la frontera con México la semana pasada para lanzarle una advertencia a los inmigrantes proclamando que “esta es la era de Trump”.
Y precisamente la era de Trump en materia migratoria es la que coloca a Maribel y a otros indocumentados como ella en la misma categoría de criminales, violadores y narcotraficantes; es la era oportunista que saca partido y llena sus cuotas con objetivos fáciles: indocumentados que a pesar de no ser prioridad de deportación durante el gobierno de Obama acuden puntuales a sus citas con inmigración, y cuando antes se les volvía a citar, ahora se les detiene y se les deporta. Es la era que busca llenar centros de detención e inflar las cifras de deportados con indocumentados como Maribel y otros que no tienen historial delictivo, o cuyas faltas menores no deberían convertirlos en prioridad de deportación, esto porque los inmigrantes que realmente representan una amenaza no son la mayoría.
Es la misma administración a la que no le importa deportar a padres de niños ciudadanos o que muchos de esos niños ciudadanos tengan que autodeportarse para que la familia permanezca unida.
En el caso de Maribel, su hija menor, de tres años de edad, tiene necesidades especiales y la niña se iría a México con su madre. La autodeportación de una ciudadana estadounidense de tres años de edad a un clima de violencia y sin los servicios que requiere es solo un “daño colateral” en este era de Trump.
Maribel, no sé si tu suerte cambie esta semana y si la presión de tu comunidad en Ohio que ha salido en tu defensa, y la de figuras demócratas y republicanas que han intercedido pidiendo tu liberación, conseguirá que puedas regresar junto a tu hermosa familia. Ojalá que sí.
Quienes apoyan a Maribel han iniciado la campaña #FreeMaribel o Liberen a Maribel. Pero aunque fuera deportada, Maribel es libre porque la única prisionera en esta historia es esta administración Trump, presa de su prejuicio, insensatez, nativismo y falta de humanidad.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice