Estoy en Puerto Rico sumida en la tragedia generada por el huracán “María”, tratando de mantenerme al tanto de lo que ocurre en materia migratoria. Este domingo leí que las cosas y la gente no cambian.
Tras asegurarle a los líderes demócratas del Congreso que apoyaría esfuerzos para proteger a los Dreamers, la Casa Blanca envió una lista de medidas migratorias mayormente policiales, y algunas de ellas crueles, que deberían considerarse en cualquier plan que aborde el tema de los Dreamers.
La pregunta obligada es qué pretende Trump con esto. ¿Dar paso a una negociación mientras le envía un mensaje a su base de que la mano dura en inmigración sigue presente, aunque al final muchas de las medidas no se consigan? ¿O se trata simplemente de otra “Trumpada”, de decir una cosa y al final hacer otra? ¿Sabotear las negociaciaciones antes de que comiencen?
Recordemos que al revocar DACA, Trump concedió al Congreso seis meses para buscar una solución a la situación migratoria de los Dreamers. Luego cenó en la Casa Blanca con los líderes demócratas Chuck Schumer y Nancy Pelosi, del Senado y la Cámara Baja, respectivamente, e hizo noticia por discutir acuerdos preliminares en torno a los Dreamers.
No obstante, la lista de regalos que la Casa Blanca develó el domingo comprende algunas de las medidas por las que durante años han abogado el Secretario de Justicia, Jeff Sessions, y su exempleado y ahora asesor de Trump, Stephen Miller, dos de las figuras más antiinmigrantes de esta administración.
El muro, un ataque frontal a las ciudades santuario, E-Verify y particularmente la cruel propuesta de deportar de forma expedita a niños y menores no acompañados, los cuales arriban a la frontera sur huyendo de la violencia y buscando asilo, son solo algunas de las medidas que incluye el documento que la Casa Blanca envió al Congreso.
La medida para legalizar a los Dreamers debe considerarse de manera independiente, precisamente para evitar que estos jóvenes se conviertan en fichas de un cruel juego de ajedrez. Claro está, se entiende que estamos lidiando con un Congreso y una Casa Blanca republicanos, por lo que es de anticiparse que quieran promoverse cambios en las leyes migratorias como parte de una negociación en torno al futuro de los Dreamers. La pregunta es cuál será el alcance de esos cambios.
Cuando de los Dreamers se trata, Trump ha querido aparentar estar con Dios y con el Diablo, y parece que este último lleva las de ganar, pues la lista de onerosas peticiones migratorias como condición para solucionar el limbo migratorio de los Dreamers supone unas Navidades en octubre para los antiinmigrantes.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice