Preocupa sobremanera el incesante incremento de los casos de discriminación racial en este país. Desde que Donald Trump asumió la presidencia, la violencia racial en contra de grupos minoritarios no ha dejado de estar presente como tema en las noticias. De hecho, se puede decir con certeza que el efecto que ha tenido este mandatario en la población ha sido muy negativo, pues con su retórica racista ha fomentado la división y la intolerancia.
Los ejemplos abundan, y entre los más recientes está el del pasado 14 de abril en Macon, Georgia, donde se reportó un incidente en un restaurante entre una mujer de raza blanca y otras dos afroamericanas, miembros del servicio militar. Según la cobertura, las mujeres comenzaron a discutir por un espacio en el estacionamiento y todo el incidente fue captado por la cámara de un celular; por supuesto, como ocurre en estos casos, el video se volvió viral. Lo más chocante de este incidente es que a pesar de que la señora afroamericana agredida estaba embarazada y vestía su uniforme militar, no fue impedimento para que la agresora la golpeara en la cara, le faltara al respeto y le gritara insultos raciales.
También este mes de abril en Filadelfia quedó captado en video el arresto en una sucursal de Starbucks de dos hombres afroamericanos porque intentaron usar el baño del establecimiento sin hacer ninguna compra, mientras esperaban a una tercera persona con la que se habían citado para hablar de negocios. El gerente de la tienda llamó a la policía y los dos hombres fueron arrestados. Este video también se ha hecho viral en las redes y desató una campaña para boicotear las cadenas de Starbucks por discriminación racial.
Sumándose a la lista, esta semana salió a luz un incidente muy alarmante ocurrido en Camp Hill, Pennsylvania. Es el caso de Alexander Parker, originario de Guatemala, y Krisha Schmick, estadounidense, quienes eran novios desde la secundaria y decidieron casarse. El día de tu boda debe ser uno de los más felices de tu vida, pero para esta pareja se convirtió en una pesadilla.
Cuando llegaron al juzgado, la jueza Elizabeth Beckley, quien llevaría a cabo la boda, llamó a los agentes de ICE para que arrestaran al novio, pues no creía que el joven viviera en este país legalmente.
Alexander estaba en proceso de recibir su residencia permanente, por lo que cuando la jueza Beckley le pidió su identificación él le entrego el documento que el consulado de Guatemala le había emitido. Sin embargo, por desconocimiento y prejuicio, la jueza creyó que el documento era falso y procedió a llamar a ICE.
Si no hubiera sido por la intervención de la novia —que regresó a su casa a buscar toda la documentación de Alexander—, este joven estaría preso y en proceso de deportación. Al final, la pareja pudo casarse y los agentes de ICE se disculparon, lo mismo que la jueza. Sin embargo, según refieren las notas al respecto, se ha informado sobre casos en los que esta misma jueza ha hecho reportes en contra de parejas que a ella “le parecen indocumentadas”.
El comportamiento de esta jueza y de muchos ciudadanos comunes demuestra el veneno que ha sido el gobierno de Trump para este país. La conducta de estas personas pone de manifiesto una clara discriminación en contra de los hispanos y otros grupos minoritarios. Es como si se sintieran respaldadas, con derecho de dar rienda suelta a su odio y a seguir promoviendo su mensaje de exclusión.
El odio es una plaga que, si no se contiene, se esparce. La libertad de expresión no nos da luz verde para agredir a los demás. Mi apariencia física no debe ser un determinante sobre si estoy en este país de forma legal o no.
La intolerancia y la ignorancia van de la mano, por lo que es seguro que casos similares se sigan registrando en el país que ha sido severamente dañado ya por la presencia y políticas de un gobierno antiinmigrante.