Más o menos así quedó el presidente Donald Trump el pasado viernes cuando el proyecto de ley republicano para revocar y reemplazar la Ley de Cuidados Médicos Asequibles, mejor conocida como Obamacare, fue retirado del pleno de la Cámara de Representantes por no tener los votos requeridos para su aprobación, debido a la rebelión de una treintena de republicanos conservadores, moderados e indecisos opuestos, por diversas razones, al plan.
Así, una de las promesas centrales de Trump, de revocar y reemplazar el Obamacare se hizo sal y agua no sin antes demostrar que el autoproclamado experto en el cierre de acuerdos no pudo con la presión de una treintena de congresistas de su propio Partido Republicano que no se apantallaron con sus amenazas. Trump tampoco pudo salir del aprieto, ni siquiera llegando al cruel extremo de eliminar del plan los cuidados médicos básicos, a fin de convencer a los ultraconservadores que solo buscan desaparecer el Obamacare.
Varios medios reportaron que algunos legisladores indicaron que Trump no pudo convencerlos porque en el proceso demostró poco conocimiento sobre los detalles del tema y no fue más allá de hablar de la importancia política de un triunfo legislativo.
Lo sorprendente es que los legisladores se mostraran “sorprendidos” ante el desconocimiento de Trump sobre los detalles del plan. Parece ser que solo quienes no votaron por él se dieron cuenta desde un principio que Trump es el típico hablador sin sustancia que alardea de lo que carece.
Quienes lo apoyan ciegamente seguirán justificándolo a menos que no pueda cumplir todo lo que les prometió.
Y quienes lo apoyaron aun conociendo sus prejuicios y limitaciones pensando que un republicano en la Casa Blanca avanzaría la agenda conservadora, se topan con la realidad de que el jactancioso presidente no entiende las complejidades del proceso legislativo.
Y el presidente de la Cámara Baja, Paul Ryan, parece haber tenido amnesia momentánea y no recordar que lidera un caucus dividido que, como quedó evidenciado el viernes, se compone de facciones que no tienen ningún empacho en enterrar una medida si no llena sus requisitos.
Como era de anticiparse, Trump y su clan comenzaron a buscar culpables porque en su mundo nunca se asumen errores ni fracasos. Siempre son los demás. El viernes Trump incluso dijo que fue culpa de los demócratas y que los verdaderos “perdedores” son los líderes demócratas de ambas cámaras.
Pero el fracaso del plan de salud demostró que el león no es tan fiero como lo pintan. Que Trump tiene un problema de credibilidad que lo limita incluso con su propio partido y que la investigación del FBI sobre la relación de sus allegados con Rusia para afectar la elección de 2016 incide en esos problemas de credibilidad. Un sondeo de Quinnippiac da apenas un 37% de apoyo de los estadounidenses a la gestión de Trump.
En la película, Dorothy le dice al mago que “si realmente eres grandioso y poderoso, mantendrías tus promesas”, justo antes de que se descubra su farsa.
Para Trump, su mundo fantasioso de eterna campaña entre sus admiradores dio paso a la dura realidad de gobernar.
Como Dorothy en El Mago de Oz, el viernes Trump se dio cuenta de que ya no está en Kansas.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice