GARDEN GROVE, California.— Si algo está moviendo el ámbito político-electoral en el condado de Orange es, definitivamente, la efervescencia juvenil por participar en un cambio, tanto para ellos, como para sus familias y su comunidad. Su convencimiento no es endeble, sino lo suficientemente firme e intenso a su edad como para energizar en lo posible la participación de quien puede votar.
Así asumen esta tarea quienes, por ejemplo, participan en el grupo Resilience OC, que tiene su radio de influencia activa en esta parte del condado de Orange, “donde hay mucha población inmigrante, jóvenes y personas de color”, dice Dulce Saavedra, a cargo del voto juvenil de esta organización, durante un evento de registro de votantes en la escuela Santiago High School.
La actividad tiene el propósito no solo de convocar a los ciudadanos que pueden sufragar, entre familiares y vecinos de la zona, sino sobre todo convencer de prerregistrarse a jóvenes que en su momento votarán, cuando cumplan sus 18 años.
Y hay muchos que están en esa situación en esta escuela donde, según el Informe de Responsabilidad Escolar 2016-2017, publicado este año, hay 82.8% de hispanos, 13.2% asiáticos, 1.6% blancos, 0.4% nativos de Hawaii o Islas del Pacífico, 0.2% afroamericanos y 1.0% filipinos. Una composición étnica que en definitiva le dará un nuevo rostro electoral en breve a un condado considerado en otro tiempo de mayoría blanca y conservadora.
“Nuestro trabajo es dar oportunidades a los jóvenes, brindarles espacios para sentirse seguros, para organizarse y cambiar sus comunidades”, agrega Saavedra, para quien los padres de estos jóvenes también son un objetivo crucial: “Con ellos abordamos temas como inmigración, ciudades santuario o DACA, entre otros”.
En este esfuerzo coincide Esmeralda Michel, quien se desempeña como coordinadora de participación cívica, al decir que “estamos muy orgullosos de nuestra escuela y de nuestros estudiantes. Queremos que ellos sepan que tienen el poder de hacer un cambio, y queremos que nuestras familias sientan que también pueden lograrlo”.
Pero la tarea no queda ahí, pues en su opinión, “esta forma de involucrarnos es una vía para lograrlo. Muchas veces nuestras comunidades son olvidadas, de tal modo que queremos recordarles que tienen el poder, que siempre ha estado ahí y que votar es una manera de lograr ese cambio también”.
Y añade: “Esta es una forma de recordar el poder que tenemos como comunidad”.
En efecto, los esfuerzos que se hacen a pasos agigantados por parte de estos jóvenes, sobre todo en un momento político en que las comunidades inmigrantes son atacadas desde el círculo más alto del poder en Estados Unidos, tiene la intención de “crear el poder del voto de los jóvenes de color”, dice Carlos Perea, organizador de los esfuerzos para promover el voto entre los jóvenes.
Añade que ese es el tipo de voto que va a cambiar no solo las elecciones del Congreso, sino las de alguacles y las locales. De hecho, explica, “hablando con jóvenes por teléfono y tocando puertas, estamos viendo que… las campañas tradicionales no hablan con los jóvenes, no invierten dinero, no invierten recursos en tratar de empoderar a los jóvenes para votar”.
De ahí que esta generación esté más que comprometida con lograr la serie de cambios que otras generaciones no han logrado y, sobre todo, que ese entusiasmo se mantenga de manera permanente, no solo en época electoral.
Ese es un hueco que intentan subsanar ahora que son jóvenes para que con su eventual particpaión como votantes, como dice Esmeralda Michel, “nuestras familias, si son indocumentadas y no pueden votar, sepan que aquí hay un lugar para ellos, que nosotros estamos aquí por ellos y que vamos a ayudar a que se logre un cambio que sea bueno para nuestras comunidades”.