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El rostro humano de la migración

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Las oleadas de migrantes con rumbo a Estados Unidos no se detienen, así como tampoco paran las adversidades a lo largo de su camino. Y así sea una hilera de boyas en el Río Grande para impeder su paso, o bien a pesar de sufrir accidentes que derivan en mutilaciones, hay algo que los mantiene con su objetivo siempre en mente. No desisitir, en ese sentido, es la consigna. No todos logran la meta, o bien otros siguen enfrentando obstáculos una vez en el país, como es el caso de las mujeres indocumentadas, quienes se encuentran en doble desventaja: por su estatus migratorio y por su origen.

►“Le han detectado epilepsia, pero ahorita que veníamos en el camino venía convulsionando hasta por la temperatura y la calor”.

Darlyn Pérez, migrante de Honduras, en declaraciones a Telemundo sobre el agotamiento sufrido por su hija de año y medio tras intentar rodear el muro de boyas flotantes colocado por el gobierno de Texas en el Río Grande, en la zona de Eagle Pass.

►“Yo vengo en busca de un sueño, para mis hijos… A mí me ha tocado vivir secuestros, me ha tocado vivir de todo en México, he trabajado de ciudad en ciudad y he logrado cruzar la frontera. Es duro, duro. Pero llego acá y me encuentro que no dan vivienda a personas solitarias”.

Rafael Mancero, migrante ecuatoriano, explica a Spectrum Noticias su travesía de seis meses para llegar a Nueva York, donde no encuentra un lugar para vivir como inmigrante que viaja solo.

►“Ella llora, a veces no come. Yo digo, ‘Pero mamá, tienes que ser feliz. Estoy vivo’”.

Gabriel Gallardo, migrante colombiano, uno de los 10 sobrevivientes de un accidente en Brownsville, Texas, en mayo pasado, donde otros 8 migrantes perdieron la vida. En entrevista con Texas Public Radio, Gallardo cuenta que perdió la pierna izquierda, justo arriba de la rodilla.

►“Ellos me dijeron cuando yo nací que no era su hijo y entonces me sentía un poco triste. A veces, ellos me obligaban a trabajar diariamente, no pensaba que hicieran mariguana, no pensaba si era malo eso, lo que me importaba era ganar dinero y darle a mi familia porque ellos me obligaban. Ya no aguantaba ese sufrimiento”.

Jairo López, migrante guatemalteco que llegó a Estados Unidos en 2021 cuando tenía 15 años de edad, explica a Telemundo las razones por las que decidió huir de su país, sobre todo porque era esclavizado y obligado a trabajar desde los 10 años en cultivos de marihuana.

►“Las mujeres indocumentadas enfrentan los mismos tipos de prejuicios de género y discriminación en la fuerza laboral que enfrentan todas las mujeres en los Estados Unidos. Esencialmente, las mujeres están excluidas de buenas oportunidades económicas porque son mujeres. La diferencia es que las mujeres indocumentadas también son penalizadas por su estatus migratorio y por su etnia”.

Nancy L. Cohen, presidenta del Instituto de Políticas de Equidad de Género, en respuesta a Cal Matters sobre el estudio Doble desventaja: Perfil de las mujeres indocumentadas en estados Unidos.

►“Lo más difícil… para nosotros en ese momento era cómo inscribir a los niños en la escuela, no conocíamos nada de cómo funcionaba el sistema aquí. Entonces, que si las vacunas, que si el examen físico, las inscripciones en las escuelas, inclusive rentar el apartamento, dónde buscar, que las personas nos ayudaran… pues no veníamos preparados para lo que nos íbamos a encontrar” (1). “Yo empecé a traducir desde que tenía 10 años. Una de las cosas que empecé a traducir, aunque no supiera mucho, era cuando íbamos a la farmacia, estábamos buscando pastillas y no sabíamos dónde estaban… A nosotros no nos debería cansar ayudarlos porque son nuestros papás y nos ayudan en todo. (2)

Wendy Vásquez (1) y Virginia Vázquez (2), madre e hija migrantes de Venezuela, en respuesta a Al Punto/Univision sobre cómo los hijos se convierten en traductores de sus padres cuando estos no saben inglés al llegar por primera vez a Estados Unidos.