¿Qué pasará con las anticipadas acciones ejecutivas migratorias si tras las elecciones intermedias el Senado pasa a manos republicanas y este partido controla el Congreso? Y si así fuera, ¿hay posibilidades reales de reforma migratoria en un Congreso de mayoría republicana en los próximos dos años?
Se supone que las acciones ejecutivas para amparar de la deportación a ciertos grupos de indocumentados se anuncien antes de fin de año; a menos que, por otros cálculos políticos, el presidente Barack Obama y sus asesores vuelvan a cambiar de opinión.
Si los republicanos obtienen la mayoría, lo lógico sería que se giraran las órdenes ejecutivas antes de que éstos asuman el control del Senado en enero, porque independientemente de ello ―estén en minoría o en mayoría― se desatará una batalla campal contra la Casa Blanca si Obama finalmente toma alguna acción. Es de anticiparse que haya intentos republicanos de emplear medidas presupuestarias para no financiar las potenciales acciones ejecutivas, como han intentado hacer sin éxito, hasta ahora, con la Acción Diferida (DACA) para los DREAMers.
La Casa Blanca postergó las acciones ejecutivas para evitar que la anticipada oposición republicana lastimara las posibilidades de reelección de algunos senadores demócratas que enfrentan reñidas contiendas el próximo 4 de noviembre y cuyo desenlace determinará quién controla el Senado.
Mientras en algunas de esas contiendas el tema ha sido ignorado, sí ha asomado el rostro en estados insospechados como Kentucky. Ahí la demócrata Alison Lundergan Grimes, quien busca el escaño del titular republicano Mitch McConnell, líder de la minoría republicana senatorial, sacó un anuncio acusando al senador de apoyar “amnistías” para “ilegales”. La amnistía referida en el anuncio fue la de 1986 durante la presidencia de Ronald Reagan. No es la primera ni será la última vez que demócratas conservadores asuman las mismas posturas de sus colegas republicanos.
Lo que lleva a preguntarse qué apetito tendrán los demócratas, si pierden la mayoría, de enfrascarse en una pelea contra los republicanos por las acciones ejecutivas migratorias que anunciaría la Casa Blanca
Si ven más allá del 4 de noviembre, el apetito debería existir porque supone una oportunidad de marcar las diferencias con los republicanos, no en términos de retórica sino de acciones concretas. Obama tendría algo que demostrar que no sean deportaciones y promesas incumplidas, solidificando el apoyo del voto latino que se requiere para ganar la Casa Blanca en 2016. No hacer nada tendría el efecto contrario entre aquellos votantes latinos para quienes la inmigración es definitoria.
De otra parte, algunos sectores argumentan que si el Congreso queda en manos republicanas, hay posibilidades de impulsar una reforma migratoria. Lo dudo por varios factores: comienza el proceso de selección de nominados para la elección general de 2016 y se evaden soluciones reales a los problemas, que sólo se explotan con fines electorales; los republicanos no están interesados en que Obama promulgue una reforma migratoria; y si presentaran algo, no sería el tipo de reforma que legalice a 11 millones de indocumentados, sino medidas de corte policial. Además, hasta ahora los republicanos han permitido que su ala antiinmigrante los defina, y eso parece sostenerse a menos que sufran una súbita transformación. Cualquier acción ejecutiva migratoria promete encrespar a los antiinmigrantes salpicando el proceso de nominación presidencial republicana y potencialmente opacando los esfuerzos de la minoría reformista republicana.
En dos semanas habrá, quizá, otro balance en el Congreso que augura, si somos pesimistas, más parálisis, división, vetos y conflictos; y si somos optimistas, la posibilidad de acuerdos y compromisos. Aunque, por ahora, me inclino más por la primera opción.
Independientemente de eso, el reloj sigue corriendo y el balón migratorio sigue rodando sin que todavía se defina el partido.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice