El año 2017 se aproxima a su fin y con ello se acelera el conteo regresivo que determinará el futuro de los Dreamers.
A casi un año de que los republicanos controlan la Casa Blanca y ambas cámaras del Congreso, no tienen nada que demostrar en términos de logros legislativos de manera que lo que consigan en los escasos 12 días laborables que le restan al calendario del Congreso es la última carta antes de adentrarse en 2018, año de elecciones intermedias, donde la reelección consumirá el interés y el tiempo de los legisladores.
Y el tema migratorio está al centro del tapete. La fecha de expiración “oficial” para DACA es el 5 de marzo de 2018, pero la realidad es que estos jóvenes han quedado desprotegidos desde el momento en que el presidente Donald J. Trump rescindió el programa el pasado 5 de septiembre.
No cabe duda que la era de Trump es una de las más antiinmigrantes y ni siquiera los Dreamers, el grupo que más simpatías y apoyo generan entre la población, tanto de parte de republicanos como de demócratas, han estado exentos de detenciones y deportaciones.
Los demócratas, o al menos un sector de ellos, parecen estar dispuestos a ir hasta las últimas consecuencias, incluso un cierre del gobierno, si DACA o el Dream Act no forman parte del plan de gastos del gobierno federal que debe completarse para el 8 de diciembre.
Los republicanos abogan para que el tema de los Dreamers quede fuera del plan de gastos para considerarlo el año entrante, en una fecha más cercana a su expiración a principios de marzo.
Como he indicado con anterioridad, en este pueblo, Washington, D.C., los temas se siguen posponiendo cuando no existen ni el apetito ni la voluntad política para abordarlos.
A estas alturas, ¿qué no saben los legisladores sobre el Dream Act, una medida que concedería una vía a la ciudadanía para los Dreamers y que originalmente se presentó en 2001?
A pulso, los Dreamers y sus aliados se han encargado de educar a la población sobre las particularidades de este grupo de indocumentados, sobre las opciones disponibles para solucionar su situación migratoria, y muy importante en este caso, sobre las aportaciones de los Dreamers a nuestra sociedad y economía.
Y los resultados son obvios. En prensa escrita, radio, televisión y en línea se habla del Dream Act y de DACA con una familiaridad insospechada en años previos. El apoyo bipartidista existe.
De manera que hay que aprovechar la coyuntura y subirse a la ola. Hay que echar el resto para impulsar y presionar por una solución que lleva 16 años en espera.
El conteo regresivo para esa solución está en curso.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de Américas Voice