Mientras desata a su Fuerza de Deportación a través del país y además de delincuentes se lleva por delante a indocumentados sin historial delictivo, el presidente Donald J. Trump asegura que este es el momento correcto para avanzar una reforma migratoria si republicanos y demócratas se ponen de acuerdo.
En su primera alocución ante una sesión conjunta del Congreso, Trump declaró: “Creo que una reforma migratoria positiva y real es posible”. Y también favoreció un sistema migratorio basado en méritos y no en vínculos familiares.
Pero horas antes Trump le dijo a corresponsales y presentadores de las principales cadenas del país que estaría abierto a una reforma migratoria que regularice a los indocumentados sin historial delictivo sin concederles una vía a la ciudadanía. Para aspirar a ello, tendrían que retornar a sus países de origen.
También habría dicho que los DREAMers podrían ser el único grupo de indocumentados que obtendrían una vía a la ciudadanía y que por ahora no piensa tocar la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA) que los ampara de la deportación y les concede permisos de trabajo.
Pero lo que dice y lo que hace no coinciden.
Su Departamento de Seguridad Interna (DHS) giró dos memorandos migratorios que deshacen la priorización de detenciones y deportaciones que aplicó el gobierno de Barack Obama en los pasados años declarando, para efectos prácticos, “temporada de cacería” de indocumentados; porque cualquiera, así no haya sido acusado o condenado de delito alguno, puede convertirse en prioridad de deportación.
Es decir, no todos los detenidos y removidos son delincuentes, pandilleros, narcotraficantes o asesinos, como argumenta Trump.
La pregunta obligada es por qué Trump, “Mr. Deportation Force”, dice ahora estar abierto a una reforma migratoria, aunque sea sin vía a la ciudadanía.
¿Se lo permitirán sus etnocentristas asesores Stephen Bannon y Stephen Miller? ¿Su Secretario de Justicia y acérrimo opositor de la reforma migratoria, Jeff Sessions? ¿Sus aliados de extrema derecha en el Congreso que quieren deportar a los 11 millones y confían en que Trump sí lo hará? ¿Sus porristas del los sindicatos de Patrulleros Fronterizos y agentes de ICE que aseguran que Trump los ha “liberado” de sus cadenas y que ahora pueden decidir quién constituye una prioridad de deportación?
Pero sobre todo, ¿qué dirá su base más fiel y prejuiciosa?
En el 2013 el Senado aprobó un plan de reforma migratoria amplia con una tortuosa y larga vía a la ciudadanía que murió en la Cámara Baja porque los republicanos se negaron a debatirla o a presentar su propia versión.
Los republicanos combatieron con uñas y dientes DACA 2012 y las acciones ejecutivas de Obama en 2014 para ampliar DACA y conceder DAPA, la Acción Diferida para los Padres de Ciudadanos y Residentes Permanentes.
¿Cómo reaccionarán los republicanos del Congreso, si realmente Trump quiere impulsar alguna versión de reforma migratoria?
Lo único claro es que lo que diga este presidente hay que tomarlo con pinzas y con una fuerte dosis de escepticismo, porque su retórica antiinmigrante de campaña se hizo realidad con sus políticas públicas. Podrá cambiar el tono, pero la sustancia es la misma. Se le ve la costura.
Cuando de reforma migratoria se trata, así sea sin vía a la ciudadanía, si viene de Trump yo soy como Santo Tomás: ver para creer.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice