Recuerdo perfectamente bien el título de un editorial del Chicago Tribune del 19 de agosto de 1999: ¡Bienvenidos a El Cenizo! En ese entonces yo editaba noticias para un pequeño semanario en el norte de Illinois de nombre Nueva Semana, que aún existe, y llamó poderosamente mi atención porque, en primer lugar, el encabezado estaba escrito ¡en español! en la página de opinión de ese periódico de circulación nacional; aunque, claro, el cuerpo del texto venía completamente en inglés. Y segundo, porque se trataba de un remoto poblado de Texas que en el imaginario colectivo literalmente no existía y que obviamente en nada se parecía a la geografía del estado de Lincoln.
El caso es que, según aquel editorial, las particularidades demográficas de El Cenizo, gracias al fenómeno migratorio, daban cuenta de un poblado de apenas 1,700 habitantes –hoy se sabe que esa cifra ha subido a 3,300 aproximadamente–, y donde la inmensa mayoría, de origen mexicano, prefería el idioma español para comunicarse; tan era así, que en ese año de 1999 se aprobó una ordenanza que obligaba a las autoridades a realizar todo trámite de concejo municipal en español, al igual que las notificaciones de la ciudad, de tal modo que quienes solamente entendieran inglés podían obtener toda información en traducciones a ese idioma.
Y eso no era todo, sino que también se había aprobado una medida que impedía a empleados municipales a colaborar con el Servicio de Inmigración y Ciudadanía, bajo pena de despido si no respetaban dicha normativa. Para ejemplo de muchas grandes y adineradas ciudades alrededor del país, la pequeña y empobrecida localidad de El Cenizo, cercana a Laredo, se convertía así en una ciudad santuario antes de que empezara el Siglo XXI.
Nunca más volví a escuchar de El Cenizo, hasta esta semana en que volvió a ser noticia al ser la primera ciudad en Texas en desafiar legalmente la recién firmada ley SB4 por el gobernador republicano Greg Abbott, y considerada la más antiinmigrante y racista legislación que se haya aprobado en ese estado, misma que recuerda claramente a aquella otra ley de Arizona, la SB1060, conocida como “muéstrame tus documentos”, y que fue por cierto desafiada en tribunales y vencida de una vez y para siempre.
No sé qué tengan las pequeñas, pobres y aparentemente menos importantes ciudades del llamado país más poderoso del mundo, pero una cosa es cierta: a lo largo de su historia han demostrado un valor inconmensurable al enfrentarse abiertamente a lo que parece imposible de vencer.
“Estoy nervioso y emocionado de representar a cientos de familias y miles de personas que no tienen voz y viven con miedo”, declaró hace unos días el alcalde de El Cenizo, Raúl Reyes, quien junto con el sheriff del condado de Maverick, Tom Schmerber, y el alguacil Mario Hernández, presentaron la demanda contra la SB4, auxiliados por Luis Vera, consejero nacional de la Liga de Ciudadanos Latinoamericanos Unidos (LULAC).
Imagino que, con una sonrisa en los labios al quizá considerar débil e insignificante el esfuerzo de las autoridades de El Cenizo, los millonarios abogados de Abbott se afilan los colmillos para devorar a su enemigo. Tan arrogante ha sido la parte pro gubernamental, que se ha convertido en fiel reflejo de la actitud del actual inquilino de la Casa Blanca.
Pero como dijo el consejero nacional de LULAC al presentar la demanda el lunes contra la SB4 en Texas: “Ha sido una larga lucha para mantener la dignidad de este pueblo y su gente”.
En efecto, el valor de El Cenizo no ha surgido de repente por este nuevo escollo xenófobo, racista y antiinmigrante que representa la SB4, sino que proviene de una dignidad cultural e histórica que no se ha dejado doblegar, ni en el pasado ni en el presente.
El Cenizo puede no ser el típico enclave citadino lleno de glamour político y presunciones libertarias que solo sirven para la autopropaganda y la autocomplacencia de muchos, pero sí es un pueblo que sabe lo que hace por defender y proteger a su gente, como un ejemplo vivo de lo que debería hacer el resto del país ante la emergencia que se vive con el cada vez más claro ejercicio de un poder absoluto que amenaza la existencia misma de Estados Unidos como nación.
Este país puede recuperar su dignidad a partir de las enseñanzas de El Cenizo, nuevo faro de esperanza que empieza a brillar desde su remota ubicación, pero que puede muy bien iluminar una de las etapas más oscuras de la actual sociedad estadounidense.