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Reforma Migratoria: Ladran Sancho, señal de que cabalgamos

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Por Maribel Hastings, asesora ejecutiva de America’s Voice:

WASHINGTON – Esta semana arranca la ofensiva nacional para impulsar la reforma migratoria amplia en el Congreso con el componente central de la vía a la ciudadanía para 11 millones de indocumentados. El nombre lo resume todo, Alianza para la Ciudadanía (A4C, por sus siglas en inglés).

Integran la coalición organizaciones nacionales, estatales y locales que apoyan la reforma migratoria y que representan una amplia gama de intereses: sindicales, religiosos, activistas y los propios inmigrantes. Durante el próximo receso del Congreso conducirán eventos en los estados y los distritos de los senadores y congresistas que tienen en sus manos el avance o la derrota de la esquiva reforma migratoria.

La Alianza se da a conocer luego de que el pasado sábado el USA Today divulgó detalles del borrador de un plan de reforma migratoria de la Casa Blanca que, entre varias cosas, incluye una vía de ciudadanía para los 11 millones de indocumentados que tomaría 13 años u 11 años: ocho años para conseguir la residencia permanente a los que hay que sumar los otros cinco que debe esperar una persona para hacerse ciudadano de este país; o sumar tres si la persona está casada con un ciudadano o una ciudadana estadounidense que lo peticione.

La filtración generó fricción entre algunos republicanos del Senado, como Marco Rubio, de Florida. La razón central es que Rubio integra el llamado grupo de los ocho, los senadores bipartidistas que están negociando el lenguaje de un proyecto de ley que esperan presentar en marzo con miras a que el Comité Judicial del Senado inicie el debate y calificación de la medida que esperan llegue al pleno senatorial este verano.

Rubio, indignado por la filtración, declaró que la propuesta del presidente estaría muerta antes de llegar al Congreso porque no toma en cuenta el punto de vista de los republicanos y porque los elementos contemplados no son de la satisfacción de muchos de esos republicanos. Y John McCain, otro integrante del grupo de los ocho y senador republicano de Arizona, dijo que en Washington las filtraciones no ocurren por accidente y que la pregunta obligada es si Obama quiere resultados o simplemente quiere otro “garrote” con el cual golpear a los republicanos para que los demócratas obtengan ventaja política en la próxima elección.

El presidente Obama advirtió en un discurso migratorio en Las Vegas, Nevada, que si el Congreso no actúa pronto para conseguir una reforma amplia,“enviaré un proyecto de ley basado en mis propuestas e insistiré en que se vote por él inmediatamente”.

El grupo de los ocho asegura que a principios de marzo presentará su proyecto de ley mientras que en la Cámara Baja otro grupo bipartidista también negocia su lenguaje migratorio. Incluso demócratas, como el congresista de Illinois, Luis Gutiérrez, consideran que sería contraproducente que la Casa Blanca envíe un proyecto al Congreso porque sería interpretado como una acción partidista y frenaría la colaboración republicana. Si Obama esperó cuatro años, ¿cuál es la prisa ahora cuando todavía no emerge un proyecto del Congreso?, cuestionó Gutiérrez en un evento en Chicago.

Pero Obama no ha enviado un proyecto al Congreso. Todavía.

Si la Casa Blanca filtró o no el borrador ya lo hecho, hecho está. Ya es público, aunque no final, y si acaso lo único que evidencia es que la Casa Blanca parece estar lista con una contraoferta si el Congreso no actúa.

En los procesos de negociación siempre habrán filtraciones motivadas por diversas razones: para probar qué reacción tiene alguna propuesta, para presionar a ciertos sectores, o simplemente para torpedear un proceso. Y en este rompecabezas de intento migratorio hay sectores que apoyan cualquiera de estas tres alternativas.

Lo más importante es que contrario a cuatro años atrás ahora todos los sectores están negociando lenguajes legislativos de reforma migratoria de manera bipartidista, y el elemento central es una vía de ciudadanía para los 11 millones de indocumentados.

Hace cuatro años, de reuniones y discursos no pasamos. Las promesas se quedaron en el tintero. No hubo ni siquiera intentos demócratas y mucho menos republicanos. No hubo polémica por un borrador que nunca se filtró.

Esta vez, enfrentados a un panorama político totalmente diferente, los dos partidos están tratando de solucionar este asunto porque saben que políticamente les conviene: unos, los demócratas, buscando solidificar el apoyo del voto latino, y otros, los republicanos, tratando, mediante una victoria compartida, de ganar un porcentaje de ese voto latino que los haga competitivos en elecciones presidenciales.

Esta vez, contrario a cuatro años, hay esperanzas de que algo sí se concrete. Esta vez sí hay movimiento legislativo y ejecutivo.

Ladran Sancho, señal de que cabalgamos.