Conforme el debate migratorio en el Senado avanza hacia otro nivel, hay un esfuerzo concertado por parte de los republicanos de depurar la agenda inmigratoria y las implicaciones de las propuestas del presidente Trump, Stephen Miller y sus partidarios de línea dura.
Pero no nos equivoquemos: los republicanos están utilizando un sonoro lenguaje neutral y una terminología que promueve una agenda que busca echar y mantener fuera del país a la gente de color, con la esperanza de revertir la diversificación demográfica de Estados Unidos.
De acuerdo con Frank Sharry, Director Ejecutivo de America’s Voice:
Aunque palabras como “mérito”, “seguridad” y “familia nuclear” suenan como términos neutrales, los extremistas del Partido Republicano están utilizando un lenguaje depurado para encubrir el horrible hedor de una agenda radical y, sí, racista. Esperan adormecer a los estadounidenses, cuando en realidad su agenda de deportación masiva y de pureza étnica es una pesadilla que a todos nos debería despertar y levantarnos para detenerla.
Basta con ver quién sería desproporcionadamente perjudicado por las más importantes plataformas políticas de las propuestas de la Casa Blanca y sus aliados: al expandir la fuerza de deportación masiva de Trump agregando miles de nuevos agentes de ICE y CBP, se enfocarían en perseguir latinos y gente de color; al reducir los niveles de inmigración que llega legalmente y redefinir la familia nuclear, se enfocarían en los asiáticos y otra gente de color; al eliminar el programa de diversidad de visas, tendrían como objetivo a los africanos y a otra gente de color.
El senador Tom Cotton mostró el cobre un poco el año pasado cuando dijo con burla en sus palabras (y de manera inexacta) en torno a la actual política migratoria: “Una vez que estás aquí, obtienes la residencia permanente y puedes abrir el camino migratorio no sólo para tu familia inmediata, sino para tu familia entera, tu pueblo, tu clan, tu tribu”.
Asegurar la libertad y el futuro de los Dreamers no debería estar sujeto a una vasta serie de medidas no relacionadas y cargadas de racismo que reducirían la inmigración que llega legalmente, aceleraría la agenda de deportación masiva de Trump y construiría un ridículo muro fronterizo. Una propuesta sensata es lo viable. El Dream Act, más medidas razonables de seguridad fronteriza, es la solución. La posición radical, racista y cínica no lo es.
La mayor solidez de Estados Unidos es su fortaleza y su unidad, forjadas con base en la diversidad y la libertad. Un debate sobre inmigración es una oportunidad para resaltar esos valores, no para tirarlos a la basura.