Su Fuerza de Deportación es escalofriante y antiestadounidense
Este pasado fin de semana, Donald Trump objetó a los medios de comunicación etiquetándoles la esencia de su política migratoria, la “deportación masiva”. Añadió: “La gente se dará cuenta de que no solamente tengo las mejores políticas, sino que tendré el corazón más grande que nadie”.
Tal declaración sería risible, si en realidad no fuera escalofriante.
A pesar de la objeción de Trump, he aquí los hechos sobre sus promesas en inmigración, ninguna de las cuales ha refutado:
- Trump ha prometido en numerosas ocasionesubicar y deportar a los 11 millones de inmigrantes indocumentados en Estados Unidos (como lo dijo en su más reciente entrevista con NBC News).
- Trump ha prometidorevocar la ciudadanía por nacimiento a 4.5 millones de niños nacidos de padres inmigrantes en Estados Unidos y deportar a esos menores junto con sus padres (“vamos a mantener a las familias unidas, pero se tienen que ir”, dijo Trump a Chuck Todd en agosto pasado).
- Trump dijo que perseguir y deportar a todos los inmigrantes indocumentados llevaría “de 18 meses a 2 años, si se realiza apropiadamente”y que eso se podría hacer mediante “una buena gestión”.
- Trump prometió crear una “Fuerza de Deportación”para llevar a cabo su plan.
- Trump también ha declarado que seguiría el ejemplo para su plan de deportación masiva a partir de uno de los más oscuros momentos en la historia contemporánea de Estados Unidos: la captura y expulsión que ordenó el presidente Eisenhower de cientos de miles de inmigrantes a México, un hecho conocido por el ofensivo nombre de “Operación Espaldas Mojadas”.
Todo ello se suma, de hecho, a un plan integral de deportación masiva. El término puede no gustarle a Trump, pero ciertamente ha abrazado esa política.
Además de las profundas consecuencias morales de llevar a cabo la deportación masiva, el centro-derechista American Action Forum dio a conocer un estudio esbozando las asombrosas consecuencias de la idea de la deportación masiva de Trump, hallando que “[de implementarse la deportación masiva] reduciría la producción real del sector privado de 2.9% hasta 4.7% o de $381.5 miles de millones hasta $623.2 miles de millones”. Y el New York Timesanalizó las implicaciones prácticas de las propuestas de Trump, confirmando que sus políticas migratorias no solamente son inhumanas, sin que serían exageradamente costosas y casi imposibles de llevarse a cabo.
Por supuesto que estos espeluznantes detalles se suman a otras viles políticas propuestas por Trump, tales como la promesa de eliminar las protecciones a 700,000 Dreamers desde su primer día como presidente; prohibir el ingreso a Estados Unidos a todos los musulmanes; construir un muro en la frontera con México (y forzar a ese país a pagarlo al tomar medidas estrictas contra las remesas); y perseguir y regresar a su país a los refugiados sirios que ya están reubicados en Estados Unidos.
De acuerdo con Frank Sharry, Director Ejecutivo de America’s Voice, “hay una razón por la que a Donald Trump no le gusta el término ‘deportación masiva’. Tiene un rechazo de los estadounidenses por un margen de 4 a 1, es antiestadounidense y no es práctica. Su espeluznante plan, alguna vez adjudicado a los delirantes movimientos nacionalista blanco y antiinmigrante, ha sido presentado repetidamente por el propio candidato. Sabemos cuál es su posición. Las radicales e imprudentes ideas de Trump nos están forzando a escoger qué tipo de país aspiramos a ser. ¿Queremos vivir en su irreal Estados Unidos, con una Fuerza de Deportación que vaya a los vecindarios latinos y detenga a niños ciudadanos estadounidenses con tácticas de estado policiaco que minen nuestra democracia? ¿O en un Estados Unidos donde valoramos la diversidad de orígenes y los ideales compartidos, donde lo que nos define no es el color de la piel, el lugar de nacimiento, el acento al hablar, el género, la preferencia sexual o la discapacidad, sino nuestro carácter y aportaciones? Para nosotros la elección es clara”.