Con Donald Trump como firme favorito del Partido Republicano, algunos candidatos y funcionarios electos están criticando su estrecha relación con nacionalistas blancos, aunque admiten sin embargo que lo respaldarán si resulta ser el nominado. Republicanos como Paul Ryan pueden no admitir que se han convertido en el Partido de Trump, pero es bastante claro para todos. Jennifer Steinhauer escribe en The New York Times:
“Paul Ryan denunció con vigor el martes el rechazo de Donald Trump a distanciarse del exlíder del Ku Klux Klan, David Duke. Pero el señor Ryan no cambió su posición de que apoyaría al señor Trump si se convierte en el nominado presidencial del Partido Republicano, una contradicción desconcertante que refleja la creciente ansiedad en el Capitolio en torno al ascenso del billonario empresario”. (Steinhauer también incluye un buen resumen de una serie de posturas igualmente contradictorias de otros republicanos.)
Ryan hizo un llamado a sus correligionarios republicanos a “rechazar a cualquier grupo o causa que se base en la intolerancia. Este partido no se aprovecha de los prejuicios de la gente. Apelamos a sus más altos ideales”. Sin embargo, al mismo tiempo Ryan está abierto a respaldar a un candidato que promete deportar a todos los inmigrantes indocumentados y a sus hijos estadounidenses en dos años; preside un partido que se niega a avanzar una política alternativa a la deportación masiva de Trump en contra de los indocumentados; y está prometiendo que la Cámara Baja buscará la manera de impugnar legalmente las protecciones temporales de que goza una parte de la población indocumentada.
Los gobernadores republicanos y fiscales generales de 26 estados han firmado la demada U.S. vs Texas y cada candidato presidencial republicano ha prometido bloquear y derogar cualquier acción ejecutiva que se encuentren cuando asuman la presidencia. Mientras la Suprema Corte se prepara a atender el caso, es cada vez más evidente que mantener esas políticas no sólo es lo correcto para millones de familias con hijos estadounidenses, sino que también tendrán un enorme beneficio económico. De acuerdo con un informe reciente del Instituto de Política Fiscal y Económica, las contribuciones tributarias de los inmigrantes indocumentados se incrementarían significativamente con las acciones ejecutivas del gobierno. De tal modo que las acciones de los líderes republicanos no solo son perjudiciales para las familias inmigrantes que han vivido y trabajado en sus estados durante años, sino que también demuestra que preferirían negar millones de dólares en nuevos ingresos tributarios a sus estados, al ir el pos de una agenda antiinmigrante.
De acuerdo con Lynn Tramonte, subdirectora de America’s Voice, “debería ser simple: si se oponen a los intentos de Donald Trump de convertir en algo convencional sus nocivas y nativistas ideas, deberían rehusarse a respaldarlo como eventual nominado republicano. Y si están legítimamente preocupados por la visión que tiene Trump de Estados Unidos, deberían negarse a secundar sus políticas que causarían daño comprobable a las poblaciones en las que se enfoca el magnate”.