Washington, D.C. – La noticia de la reunión entre el presidente Barack Obama y la gobernadora republicana de Arizona, Jan Brewer, le ofrece una oportunidad al mandatario de retomar el control del debate migratorio.
Mientras Obama se prepara para el encuentro, estos son tres puntos importantes que debería considerar:
1. El público quiere que el gobierno federal asuma el liderazgo en el tema de la reforma migratoria: el presidente Obama debe entender los sentimientos que hay tras la ley de Arizona y su popularidad. El público clama por acción en torno a la reforma migratoria y quiere que el tema se aborde a nivel nacional. Pero ante la falta de acción federal, apoyará leyes similares a las de Arizona que van en detrimento de la seguridad pública y de los derechos civiles. Un nuevo sondeo bipartidista conducido por la firma Lake Research Partners and Public Opinion Strategies, encontró que tres de cada cinco votantes apoyan la ley de Arizona. No obstante, cuatro de cada cinco de los mismos votantes que apoyan la ley de Arizona también favorecen una reforma migratoria integral que contemple una vía de legalización para los indocumentados. Sólo uno de cada cinco de estos votantes favoreció la deportación cuando se le preguntó cómo lidiar con los 11 millones de indocumentados que viven en Estados Unidos.
2. “No más Arizonas”: El presidente Obama debe ejercer liderazgo para frenar la diseminación de otras leyes estatales basadas en el modelo de Arizona. La popularidad de la ley de Arizona no debe impedir que el presidente y otras personas reconozcan el daño que la SB 1070 infligirá sobre el estado y sus residentes, tanto ciudadanos y residentes legales, como indocumentados. El columnista conservador, Rubén Navarrette, resumió muy bien las consecuencias en su columna de opinión al escribir que “Aquí están los hechos: (1) Los legisladores de Arizona han restringido a los policías con una ley que los obliga, bajo la amenaza de litigio, a revisar la ciudadanía de cualquier persona que ellos sospechen esté en el país sin documentos una vez hayan entrado en contacto con esa persona porque haya cometido alguna infracción; (2) la lista de “infracciones” es lo suficientemente amplia como para incluir delitos que van desde ingreso no autorizado hasta merodear, solicitar trabajo o asistir a una fiesta donde el volumen de la música esté muy alto; y (3) los policías harán todo lo posible por cumplir sus obligaciones bajo la ley”. El presidente y los congresistas de ambos partidos tienen que reconocer que este parche de leyes estado por estado similares a las de Arizona sólo prometen empeorar los actuales problemas de nuestro quebrantado sistema migratorio. Tenemos que frenar la diseminación de más Arizonas y promulgar una solución nacional mediante una reforma migratoria integral.
3. ¿Dónde están los defensores republicanos de la reforma? El presidente Obama necesita obtener una firme garantía de parte de la gobernadora Brewer de que buscará que los dos senadores republicanos de su estado, John McCain y Jon Kyl, defiendan la reforma migratoria. Mientras el presidente debe hacer más para impulsar la reforma migratoria, también está en lo correcto al decir que los republicanos no están precisamente haciendo un esfuerzo de buena fe para solucionar el problema migratorio. Los otros defensores de la reforma migratoria integral, McCain y Kyl, se complacen en sustituir las soluciones amplias y reales que representa la reforma migratoria con un lenguaje duro de seguridad fronteriza. Sin embargo, la aplicación de las leyes en la frontera es una parte necesaria pero insuficiente por sí misma porque no hace nada para frenar el imán de los empleos o para lograr que 11 millones de indocumentados puedan regularizar su situación. Tampoco hace nada para reformar el sistema de inmigración legal de manera que responda a las futuras necesidades del mercado laboral. La gobernadora Brewer siempre enfatiza que la inacción federal fue la razón por la cual promulgó la ley de Arizona, así que debe señalar a los dos senadores de su estado, McCain y Kyl, quienes parecen más motivados por la política primarista que por un deseo real de resolver el problema.
Frank Sharry, director ejecutivo de America’s Voice, declaró que “la reunión entre el presidente Obama y la gobernadora Brewer no es sólo sobre lo que Arizona ha hecho sino sobre lo que el gobierno federal en Washington no ha hecho”.
“La ley de Arizona es una farsa y se extenderá a otros estados a menos que el gobierno federal asuma el liderazgo y atienda el desesperado llamado del público a enmendar de una vez y por todas el disfuncional sistema migratorio. Las mismas personas que apoyan la severa ley de Arizona apoyan aún más una reforma migratoria integral humanitaria a nivel federal. Ahora es cuestión de ver quién le da forma al debate y ejerce liderazgo. Si el presidente Obama no lo hace, gente como la gobernadora Brewer lo hará”.