En el programa “60 Minutos” de anoche, Donald Trump prometió deportar inmediatamente a entre 2 y 3 millones de inmigrantes, declarando que necesitamos “sacar a los delincuentes y a quienes tienen antecedentes penales, son pandilleros o narcotraficantes”.
No se dejen engañar. De ninguna manera hay 3 millones de inmigrantes indocumentados peligrosos viviendo en Estados Unidos. El plan de deportación masiva de Trump se extendería mucho más allá del enfoque de su retórica, barriendo con residentes permanentes e indocumentados que han estado mucho tiempo aquí y que merecen una oportunidad para quedarse.
Frank Sharry, Director Ejecutivo de America’s Voice, dijo: “Esta es la típica forma de hablar de Trump sobre inmigración. Está usando a una cantidad mínima de gente mala para desprestigiar a una población más grande con profundas raíces familiares, y lo está haciendo para justificar una de las migraciones forzadas más grandes de la historia de Estados Unidos.
“Lo que Trump está proponiendo es terrible. Simplemente no podemos permitir tal expulsión masiva de gente buena arraigada en nuestras comunidades y convertir eso en algo normal”.
En “60 Minutos”, Trump dijo: “Lo que vamos a hacer es detener a la gente que es delincuente y que tiene antecedentes penales, son pandilleros, narcotraficantes, tenemos a mucha de esa gente, probablemente dos millones, podrían ser tres millones, los vamos a echar del país o los vamos a encarcelar. Pero los vamos a echar, están aquí ilegalmente”.
Sin embargo, un estudio de 2015 del Instituto de Política Migratoria demostró que, en lugar de una cifra de 2-3 millones, hay 300,000 delincuentes indocumentados que serían el objetivo de un enfoque en delincuentes peligrosos. (Vea las páginas 10-11 en el informe de MPI).
Los comentarios de Trump en “60 Minutos” llegan como telón de fondo de historias espeluznantes a lo largo del país de inmigrantes y otros grupos demonizados por Trump que ahora viven aterrorizados por su futuro y reportan un aumento de confrontaciones de odio. Los temores de los niños en la escuela son los que más parten el corazón en esta historia postelectoral que se está repitiendo alrededor del país.
Mientras tanto, la promesa de Trump de eliminar DACA desde el primer día de su presidencia se mantiene intacta. El Washington Post publicó que quitar las protecciones contra la deportación a los DREAMers, así como el permiso de trabajo, no tendría otro propósito que restringir su forma de vida, su futuro y las contribuciones de los jóvenes que son “tan culturalmente estadounidenses como sus vecinos nacidos en Estados Unidos”.
De cara a estas propuestas radicales, el presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan, y otros alcahuetes de Trump una vez más lo están respaldando y justificando. El domingo, Ryan dijo que “no estamos planeando formar una fuerza de deportación”, como si eso tranquilizara a alguien. El hecho es que ya tenemos una fuerza de deportación, es el ICE, y el presidente electo Trump ha prometido “triplicar el número de agentes para deportar”.
“Paul Ryan necesita darse cuenta de que cualquier cosa que Trump haga en inmigración, se le revertirá a él y al resto del Partido Republicano”, dijo Sharry. “El nuevo presidente es un radical en inmigración y las acciones que lleve a cabo un presidente republicano definirán al partido por toda una generación”.
Tan solo otro ejemplo de eso es Steve Bannon, cuyos nexos con el nacionalismo blanco y el alarmismo en torno a un Estados Unidos diverso son bien conocidos, a quien se le ha dado el puesto de consejero en la Casa Blanca. Y los principales líderes del movimiento antiinmigrante, como el senador Jeff Sessions y Kris Kobach, han recobrado responsabilidades y atribuciones para contratar personal y darle forma a la dirección del nuevo gobierno.
Sharry concluyó: “No se dejen engañar. Trump intenta deportar a millones de personas trabajadoras, la inmensa mayoría de las cuales no son delincuentes. Esto separará familias y lo convertirá en uno de los capítulos más oscuros de la historia de Estados Unidos, tan solo porque él quiere complacer al núcleo más duro de su base nacionalista blanca. Su mención sobre los ‘delincuentes’ es una estrategia para desviar la atención del pueblo estadounidense con la esperanza de esconder sus verdaderas intenciones. Nos corresponde a todos asegurarnos de que no se salga con la suya”.