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America’s Voice Education Fund reacciona a las redadas migratorias enfocadas en jóvenes centroamericanos

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Anoche, nos enteramos de que el gobierno de Obama está redoblando esfuerzos para enfocarse en deportar a jóvenes que huyeron de la violencia. En Raleigh, Carolina del Norte, un estudiante de preparatoria que dejó Honduras en 2014 fue arrestado frente a sus padres y enfrenta deportación hacia esa nación plagada de delincuencia. En Charlotte, jóvenes que huyeron de la violencia en El Salvador fueron detenidos en circunstancias similares. Estos nuevos hechos agravan los temores que se desataron cuando las redadas de ICE se enfocaron en las madres y sus hijos a principios de este mes, y pone las vidas de esos jóvenes en peligro.

A continuación compartimos un comunicado de Lynn Tramonte, subdirectora de America’s Voice Education Fund:

Sacude la conciencia el que estemos separando a los jóvenes de sus padres y de un futuro, al enviarlos de regreso a países donde nada les espera, salvo la violencia y la tragedia.

El gobierno de Obama no ha desarrollado una estrategia coherente para lidiar con la crisis centroamericana. En lugar de ello, ha optado por obtener encabezados en la prensa sobre las deportaciones de mujeres y niños como una forma de frenar una nueva ola de refugiados. Lo que ha pasado en su lugar es un brote de miedo entre las comunidades inmigrantes y forzado a regresar a gente vulnerable a países extremadamente peligrosos.

La clave para entender lo que está ocurriendo es que no se trata de un tema migratorio. Es una crisis de refugiados y debe ser manejada de esa manera. El debido proceso es crucial. Cuando la perspectiva de un retorno a esa violencia está en juego, tenemos que estar seguros de que todas las posibilidades de protección han sido agotadas. Y hay diferentes formas de alivio disponible para mucha de la gente que ha sido marcada como objetivo por ICE.

Lo que también es sorprendente es el hecho de que el presidente se refirió a “Los adolescentes centroamericanos que huyen de la violencia de las pandillas” en un discurso leído en una ceremonia de naturalización el 15 de diciembre de 2015. Sin embargo, semanas después, esos adolescentes fueron objetivo de deportación por parte del personal del mandatario. Como nación, necesitamos buscar cada opción disponible para proteger a esa gente, no enviarla de regreso a la violencia extrema. Ese fue el mensaje del presidente el 15 de diciembre y debe ser seguido por su personal.

La Casa Blanca se ha involucrado en un retroceso agresivo contra la idea de que está llevando a cabo redadas. Esta semana, el vicepresidente Biden dijo a demócratas de la Cámara Baja que no había redadas, algo de lo que hizo eco la líder de la minoría Nancy Pelosi. Pero intentar cambiar el lenguaje no cambia la situación. No se trata de dar un giro en comunidades inmigrantes donde el miedo ya ha sido sembrado y es real y está presente. Y eso no cambia las situaciones extremadamente peligrosas en los países de Centroamérica a los que nuestro gobierno enviaría a esos jóvenes.

En 2016, lo último que pensamos que estaríamos lidiando es en las redadas de ICE y la deportación de hombres y mujeres jóvenes, niños y padres a una violencia terrible. Pero en eso estamos. No hay duda de la gravedad de la situación allá. El gobierno de Estados Unidos ni siquiera enviará voluntarios de Cuerpos de Paz a El Salvador –donde el porcentaje de asesinatos se incrementó 70% el año pasado– porque es demasiado peligroso (y ya se han salido de Honduras en 2012). Esta semana, el comisionado de policía de Honduras anunció que dejaría el país debido a las amenazas en su contra.

Esto es literalmente un asunto de vida o muerte para hombres, mujeres y niños. El gobierno de Estados Unidos no debe ser cómplice al enviar a la gente a su muerte.