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La sacudida del martes

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WASHINGTON – En un frío anochecer de Las Vegas el 22 de octubre se me grabó esta imagen: mientras buscaba mi auto en una calle aledaña al parque donde el presidente Barack Obama se desgañitaba pidiéndole a los nevadenses que salieran a votar, en los hogares podía observarse a la gente viendo televisión o conversando en sus salas mientras en el fondo retumbaba la voz del Mandatario como quien oye llover. Me dio tristeza. Qué diferencia con respecto  al 2008.

El martes 2 de noviembre muchos votantes también desintonizaron a Obama y a los demócratas.

La Cámara Baja pasó a manos republicanas. El Senado quedó en manos demócratas. Harry Reid, líder de la ahora reducida mayoría demócrata, mantuvo su escaño por Nevada superando a la republicana del Tea Party, Sharron Angle, gracias al voto latino.

Aunque emergieron triunfantes nuevas figuras republicanas hispanas, hay que analizar a fondo el apoyo que obtuvieron de los votantes hispanos.

Con la excepción de Marco Rubio, en Florida, los republicanos electos gobernadores en Nevada y Nuevo México, Brian Sandoval y Susana Martínez, no ganaron con un porcentaje excepcional de votantes latinos.

Rubio, favorito del Tea Party, sí arrasó con el voto latino en la contienda a senador federal de Florida. Empero, ahí el voto latino es diferente al resto del país. El Sur de la Florida concentra al voto cubano.  En 2008, 40% de este voto favoreció a Obama, pero esta vez estuvo energizado por el disgusto con las políticas de la administración y por la presencia de Rubio en la boleta. Incluso ganó la gobernación un republicano de línea dura en inmigración, Rick Scott, a quien los demócratas enfrentaron tímidamente en ese frente.

Esta contienda tiene implicaciones nacionales para los demócratas, sobre todo para los esfuerzos de reelección de Obama, cuyo triunfo en la Florida en 2008, con el impulso del voto latino, lo ayudó a ganar la Casa Blanca. Faltan dos años y mucho depende de quién sea el candidato republicano a la presidencia, pero Florida es un botín y los demócratas deben alistar estrategias para volver a enamorar a los votantes latinos.