Donald Trump arrancó su campaña presidencial de 2016 descendiendo por las escaleras eléctricas de la Torre Trump y llamando criminales y “violadores” a los mexicanos. Pero como ha hecho a lo largo de la última década, Trump ha descendido todavía más en su intento de deshumanizar a las comunidades. Durante una escala de campaña en Ohio a mediados de marzo de este año para apoyar al candidato al Senado Bernie Moreno, Trump tildó a los inmigrantes de “animales” y afirmó que ni siquiera son seres humanos. “No sé si llamarles personas”, afirmó. “En algunos casos no son personas, en mi opinión”.
Trump está empleando el manual para la deshumanización. Y la historia demuestra que este tipo de deshumanización es la que conduce a la violencia política. El expresidente tampoco se limitó al hablar de la violencia que anticipa ocurra en su nombre.
El virtual candidato presidencial republicano prometió de manera chocante que la nación presenciará un “baño de sangre” si no gana las elecciones en noviembre. Pero a pesar de su creciente deshumanización de las familias inmigrantes y de sus claros llamados a sus partidarios para que realicen actos de violencia política en su nombre si los resultados electorales no lo favorecen, Mayra Flores, la candidata republicana al distrito 34 de Texas de la Cámara Baja federal, ha guardado silencio.
No es la primera vez que Flores no condena la retórica deshumanizante o incitadora. A principios de este año, Flores no dijo nada cuando el gobernador republicano de Texas, Greg Abbott, lamentó públicamente que su estado no pueda disparar y matar a los inmigrantes en la frontera sur. Flores tampoco ha condenado las despreciables afirmaciones de Trump de que los inmigrantes están “envenenando la sangre” de Estados Unidos. Este lenguaje incendiario es prácticamente indistinguible de la retórica de Adolf Hitler. Pero cuando se le dio la oportunidad de distanciarse o desmentir este horrible lenguaje nazi, Trump intensificó la retórica y repitió las absurdas mentiras que ya son habituales en sus mítines.
Los defensores de Trump argumentan que hay que poner las declaraciones en contexto dándole el beneficio de la duda al afirmar que el comentario del “baño de sangre” se refería a la industria automotriz. Pero se trata de un hombre que ya ha inspirado violencia política con consecuencias mortales cuando sus partidarios asaltaron el Capitolio de Estados Unidos en un intento de anular los legítimos resultados de las elecciones presidenciales de 2020. Trump inspiró la violencia mucho antes del 6 de enero, cuando dos hermanos de Boston agredieron a un latino en agosto de 2015, apenas unas semanas después de que descendiera por las escaleras eléctricas de la Torre Trump para atacar a los mexicanos al lanzar su campaña presidencial de 2016. “Uno de los hermanos dijo más tarde a la policía que Trump ‘tenía razón’ sobre deportar a ‘todos estos ilegales'”, reportó CBS News en 2016.
Esta historia, junto con la deshumanización que por años Trump ha hecho de los inmigrantes, tienen resultados predecibles y generan más violencia contra los inmigrantes.
No obstante, Flores ha guardado silencio. Lamentablemente, esto no es sorprendente porque Flores nunca ha refutado los comentarios de otros líderes republicanos, como el presidente cameral Mike Johnson, o Elise Stefanik, quien ocupa el cuarto puesto en el liderazgo cameral republicano, o de otros amigos del GOP por repetir las teorías conspirativas nacionalistas blancas vinculadas a racistas asesinos en masa.
Nada de esto es normal, y Flores es cómplice al no condenar un lenguaje violento y deshumanizante que ha provocado muertes en Estados Unidos y que nos remite a una de las épocas más oscuras de la historia mundial.