WASHINGTON – “Sale loco de contento con su cargamento para la ciudad, ay, para la ciudad”.
Con la suave brisa tropical que viene del mar llegó Barack Obama a Puerto Rico.
Y algunos se preguntarán qué busca el presidente en el territorio cuyos residentes son ciudadanos estadounidenses pero no pueden votar en las elecciones generales aunque sí en las primarias.
La respuesta es simple: fondos de campaña y generar simpatía entre los millones de boricuas que vivimos en la banda acá y sí votamos en las generales.
No sé si como El Jibarito, Obama vaya loco de contento, pero sí sé que la visita relámpago le permitiría sacar un buen cargamento de dolaritos mientras envía un mensaje a los puertorriqueños que sí votan en Estados Unidos de que hay preocupación por el futuro de la Isla del Encanto atormentada por el desempleo, la criminalidad, la violencia doméstica, y la corrupción de funcionarios públicos, entre una larga lista de cosas.
Debería ir más a menudo para que pinten edificios, tapen boquetes en calles y avenidas y para que por un momento pensemos que realmente le importamos algo al presidente de turno.
Pero además de dólares, busca votos de los boricuas de acá, sobre todo de aquellos que radican en estados clave para su reelección presidencial, como es el caso de la Florida y el botín de votos puertorriqueños concentrado en el llamado corredor I-4 de la Florida Central.
Los votantes latinos fueron instrumentales en el triunfo de Obama en el 2008. De cara a 2012 y sin haber concretado su promesa de reforma migratoria y por el contrario, con más deportaciones bajo el brazo que su predecesor republicano George W. Bush, Obama busca garantizar el apoyo de cada voto latino que compense por los desafectos y haga la diferencia en estados cruciales para su reelección. Para muchos la nominación de Sonia Sotomayor a la Corte Suprema no es suficiente.
En Estados Unidos radican 4.2 millones de puertorriqueños con poder de voto y aunque son tradicionalmente demócratas, tampoco hay que dar por seguro que acudan a las urnas el año entrante.
De ahí la necesidad de comenzar a movilizarlos desde ahora.
Obama es el primer presidente en visitar oficialmente la Isla en 50 años, desde John F. Kennedy.
Su visita provocó tal expectativa que algunos medios llevaron un conteo regresivo de la llegada de Obama.
No que a todos les haga gracia, porque con un tasa de desempleo de casi 17% pensar que algunos estén pagando $35,800 dólares por persona para poder estar con Obama unos minutos le parte el alma a cualquiera.
Pero así es la política y Obama saldrá loco de contento con más de un millón dólares para sus arcas de campaña mientras, como dice el Lamento Borincano, el pueblo está lleno de necesidad.
¡Qué será de Borinquén
mi Dios querido!
¡Qué será de mis hijos
y de mi hogar!
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice
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