WASHINGTON – Parece que fue ayer, pero el proceso primarista está a la vuelta de la esquina. En enero de 2012 arranca la búsqueda del candidato presidencial republicano que enfrentará a Barack Obama en su lucha por no convertirse en presidente de un solo periodo.
Y contrario a 2008, el presidente enfrenta un reto para evitar que la apatía y el ausentismo electoral operen en su contra en una atmósfera donde ya muchos factores le son adversos, comenzando, obviamente, por el maltrecho estado de la economía.
Para Obama la movilización de votantes será determinante en sus posibilidades de reelegirse. La movilización de esa coalición electoral que en 2008 votó en cifras récord para catapultarlo a una presidencia histórica: jóvenes, mujeres, independientes, afroamericanos, hispanos.
Diez millones de hispanos sufragaron en el 2008 y 67% lo hizo por Obama. Sólo 31% votó a favor del entonces contendor republicano, John McCain.
Desde que McCain le dio la espalda a la reforma migratoria en el 2008 en favor de la desgastada estrategia y excusa de la seguridad fronteriza primero, el Partido Republicano dio un viraje a la extrema derecha en el frente migratorio y todavía no sale del hueco que se han cavado con los votantes latinos.
Los llamados de algunos republicanos a cambiar al menos el “tono” de la retórica republicana antiinmigrante han sido desechados.
Según los demócratas, los votantes hispanos no deben tener ningún problema en establecer la distinción entre ambos partidos en el frente migratorio.
Así lo dijo Obama a un grupo de medios en español en la Casa Blanca.
“Será difícil tener un contraste más claro que el que se ve entre lo que apoyan los republicanos y lo que los demócratas y yo respaldamos”.
Fue más allá al afirmar que sólo con mostrar imágenes de los debates republicanos pueden establecerse esos contrastes.
“Quizá hasta sólo pongamos clips con los debates republicanos. Ni siquiera comentaremos sobre ellos, sino mostrarlos de manera seguida, y la gente puede decidir por sí misma”, declaró Obama, según impreMedia.
El presidente y su campaña tienen motivos para estar confiados, pero no deberían fiarse tanto.
Ciertamente las alternativas republicanas surgidas hasta ahora están para llorar y para pruebas, los recientes sondeos de Latino Decisions para Univisión y para impreMedia que confirman la ventaja de Obama sobre cualquier candidato republicano en la preferencia del voto latino.
No obstante, el que Obama se perfile como favorito a un año de la elección no garantiza que vaya a movilizar a los electores hispanos y a otros grupos en las cifras requeridas para reelegirse.
Es la simple aritmética de las elecciones cerradas y las del año entrante se perfilan cerradas por muchos factores, comenzando por el duro desempleo y la crisis económica que siguen golpeando los bolsillos de la clase trabajadora.
Los latinos tienen una tasa de desempleo del 11%, mayor al índice nacional del 9%. Por si esto fuera poco, a muchos votantes latinos también los afecta la falta de una reforma migratoria integral y la dura política de deportaciones intensificada por los pasados tres años. Muchos votantes latinos han sido afectados directa o indirectamente por las deportaciones.
Como ha quedado comprobado en los sondeos, la inmigración es un tema definitorio para los votantes latinos a la hora de elegir por quién votan. Es cierto que hay contrastes entre republicanos y demócratas en el rubro migratorio, pero para muchos votantes latinos esos contrastes son difíciles de distinguir a la luz de la política de deportaciones y es un factor que no debe ignorarse a la hora de desarrollar estrategias.
La combinación de una mala economía con la frustración por la falta de reforma migratoria son retos que superar a la hora de movilizar a los hispanos a las urnas.
De momento, no se anticipa que los índices de participación de los diversos grupos de electores sean comparables al 2008, con excepción de los afroamericanos. El índice de aprobación de Obama ha bajado entre el resto: hispanos, jóvenes, mujeres, independientes.
Muchas de las propuestas del presidente se han visto bloqueadas por la paralizante economía y por un Congreso dividido más interesado en bloquear que en colaborar. Pero invariablemente las elecciones son un referéndum sobre el ocupante de la Casa Blanca.
En doce meses cualquier cosa puede pasar, pero mientras los republicanos parecen implosionar en la búsqueda de un candidato viable, los sondeos que favorecen a Obama deben tomarse con pinzas.
Una elección cerrada será determinada por el índice de participación y por grupos demográficos como los latinos. Y que salgan a votar en las cifras requeridas todavía no está garantizado.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice