05/01/10 a 11:41am por Maribel Hastings
Este lunes participé de un programa radial en español de la costa Oeste que recibe llamadas de los radioescuchas. Uno de ellos sentenció seguro que “no habrá reforma migratoria”. Todos los políticos y los grupos de presión, afirmó, prometen cosas que no pueden cumplir y los inmigrantes “somos sus conejillos de Indias”.
La frustración es entendible, sobre todo en su caso porque afirmó que se beneficiaría de una reforma migratoria integral que hasta ahora ha sido elusiva. Pero tras largos meses de espera y promesas por cumplirse, ahora más que nunca hay que ejercer la mayor presión posible.
El 20 de enero Barack Obama cumple su primer año como presidente. La promesa de promulgar una reforma migratoria amplia durante ese primer año obviamente no pudo cumplirse, pero la promesa de campaña no desaparece por ello.
Muchos aguardan a ver qué dirá o qué no dirá Obama sobre el tema migratorio en su primer discurso sobre el Estado de la Unión que pronunciará ante una sesión conjunta del Congreso a fines de mes.
El debate de la reforma de salud está en su recta final. Las versiones aprobadas por la Cámara Baja y el Senado serán unificadas y está tratando de evitarse el tradicional sistema de conciliación con miras a agilizar el proceso. De no haber mayores complicaciones, la intención es tratar de completar el proceso y la aprobación final de dicha reforma sanitaria en las próximas semanas.
Aunque hay otros asuntos en la agenda legislativa, muchos abogan para que la reforma migratoria se discuta en el Senado en los próximos meses. Ahí, el senador demócrata de Nueva York, Charles Schumer, y el senador republicano de Carolina del Sur, Lindsey Graham, arman una medida cuyos lineamientos podrían presentarse próximamente.
En la Cámara Baja, donde el congresista demócrata de Illinois, Luis Gutiérrez, anunció un proyecto de ley el pasado 15 de diciembre, (presentado por el congresista demócrata de Texas, Solomón Ortiz, como la medida H.R. 4321), los líderes demócratas aseguran que aguardarán a que el Senado actúe antes de considerar un proyecto de reforma. También hoy hubo reportes de prensa de los esfuerzos por lograr una medida bipartidista de reforma migratoria.
Tomando en cuenta que 2010 es año electoral, obviamente el tiempo apremia.
Los diversos sectores de interés están ejerciendo presión conjunta e individual.
Cuatro estudiantes que defienden la DREAM Act, medida que legalizaría a estudiantes indocumentados y que formaría parte de una reforma integral, partieron desde Miami en una caminata de 1,500 millas con miras a llegar hasta a la capital estadounidense. Esperan completar la caminata en cuatro meses y presionar de esa forma por la reforma migratoria.
“Estoy cansado de volver a la escuela cada semestre y escuchar sobre otro amigo que fue detenido y deportado”, dijo Juan Rodríguez, uno de los estudiantes, según reportó el diario The New York Times.
La Iglesia Católica, por su parte, espera concretar el envío de millones de tarjetas postales al Congreso instando por la reforma migratoria.
La presión de los grupos ha sido constante por los pasados meses, pero digamos que ahora no es el momento de bajar la guardia.
Dependiendo de lo que pase –o no pase- en el frente migratorio, quienes gozan del privilegio de votar tendrán la oportunidad este año de acudir a las urnas en las elecciones de medio tiempo en noviembre y pasarle factura a quienes obstruyan la reforma o no cumplan con sus promesas.
Muchos de esos votantes son inmigrantes que en los comicios del 2008 votaron por primera vez. Otros son votantes que pueden ser la voz de indocumentados que son sus familiares o sus amigos.
Demostrar el poder político en las urnas es finalmente la mejor arma de persuasión y la que mejor entienden los políticos que están eternamente en campaña aunque muchas veces olviden que su supervivencia está en manos de los electores.