17/01/10 a 9:32pm por Maribel Hastings
Barack Obama ha tenido un primer año complicado como presidente de Estados Unidos. Hace un año, el 20 de enero de 2009, cuando todo era esperanza y optimismo pocos sospechaban que los demócratas marcarían la fecha luchando (y perdiendo) el escaño que por medio siglo ocupó el León liberal del Senado, Edward Kennedy.
Finalmente, esa elección especial fue ganada anoche por el republicano Scott Brown quitando a los demócratas la garantía de 60 votos que impidan maniobras dilatorias (filibister) de proyectos de ley. La contienda con la demócrata Martha Coakley, fiscal general de Massachusetts, fue tan cerrada que llevó al propio Obama a hacer campaña en su favor. En juego estaba no sólo dejar en manos demócratas el escaño que perteneció a Kennedy, sino mantener el voto demócrata que puede garantizar en el Senado la aprobación de la reforma de salud, piedra angular de la presidencia de Obama y en la que ha invertido amplio capital político. Brown dice que será el voto republicano número 41 en contra de la reforma de salud.
Obama ha lidiado con guerras en Irak y Afganistán y con una crisis económica, asuntos que heredó de la administración republicana de George W. Bush. Pero después han venido decisiones propias en esos frentes, algunas acertadas, otras no tanto.
Entre la lucha por estabilizar la economía, buscar alivios a los propietarios en la crisis de vivienda, asistir a instituciones financieras responsables en parte de la debacle, y promover ahora medidas para que dichas instituciones devuelvan algo del dinero de los contribuyentes, Obama se enfrascó en una batalla legislativa por la reforma sanitaria que ha absorbido su agenda y la del Congreso y todavía el final no se decide.
Se apuntó una gran victoria con los hispanos al nominar a Sonia Sotomayor a la Corte Suprema.
Ciertamente le dieron el Nobel de la Paz, pero eso es lo menos que ha tenido Obama a nivel doméstico.
En diciembre enfrentó la primera crisis de seguridad con el fallido intento terrorista en un vuelo que aterrizaría en Detroit el mismo día de Navidad.
Y ahora Estados Unidos encara la crisis generada en Haití por un devastador terremoto.
Sus índices de aprobación han bajado.
Si difícil ha sido el año para Obama en diversos frentes, difícil también ha sido para los millones que esperaban que su promesa de reforma migratoria durante ese primer año se concretara.
El domingo, Cecilia Muñoz, directora de asuntos intergubernamentales de la Casa Blanca, dijo en el programa Al Punto, que conduce el periodista Jorge Ramos en Univision, que aunque esa reforma no se haya concretado en el primer año, “hemos comenzado el proceso que tomamos muy en serio… el presidente realmente quiere mover una reforma de inmigración”.
“Su compromiso está ahí y ésto es muy serio para este presidente”, afirmó Muñoz.
El ex secretario de Comercio de la administración Bush, Carlos Gutiérrez, también estuvo en Al Punto, pero criticó a la administración Obama por, según él, “no hacer la lucha” en el frente migratorio.
Gutiérrez fue uno de los emisarios de Bush al Congreso en la fallida búsqueda de una reforma migratoria.
“No pudimos, pero le hicimos la lucha. Quisiera ver que se haga la lucha. No me gusta que nos den atole con el dedo. Prometieron que en el primer año se presentaría (un plan de reforma) y con el capital político que (Obama) se está gastando (en la reforma de salud), no le va a quedar capital para enfrentarse al tema de la inmigración”, opinó Gutiérrez.
Todo este cuadro implica que el complicado año de Obama y los demócratas puede complicarse más en noviembre si pierden más escaños de los anticipados afectando todavía más el avance de la agenda de Obama.
Esto supone que en las sumas y restas de la Casa Blanca y de los demócratas, los votantes hispanos y sus intereses, como la reforma migratoria, deberían ocupar un lugar prominente porque después de todo van a necesitar a esa base que los catapultó en 2008 y que puede contribuir a su subsistencia en 2010 y 2012.