03/11/10 a 2:13pm por Maribel Hastings
WASHINGTON – En un frío anochecer de Las Vegas el 22 de octubre se me grabó esta imagen: mientras buscaba mi auto en una calle aledaña al parque donde el presidente Barack Obama se desgañitaba pidiéndole a los nevadenses que salieran a votar, en los hogares podía observarse a la gente viendo televisión o conversando en sus salas mientras en el fondo retumbaba la voz del Mandatario como quien oye llover. Me dio tristeza. Qué diferencia con respecto al 2008.
El martes 2 de noviembre muchos votantes también desintonizaron a Obama y a los demócratas.
La Cámara Baja pasó a manos republicanas. El Senado quedó en manos demócratas. Harry Reid, líder de la ahora reducida mayoría demócrata, mantuvo su escaño por Nevada superando a la republicana del Tea Party, Sharron Angle, gracias al voto latino.
Aunque emergieron triunfantes nuevas figuras republicanas hispanas, hay que analizar a fondo el apoyo que obtuvieron de los votantes hispanos.
Con la excepción de Marco Rubio, en Florida, los republicanos electos gobernadores en Nevada y Nuevo México, Brian Sandoval y Susana Martínez, no ganaron con un porcentaje excepcional de votantes latinos.
Rubio, favorito del Tea Party, sí arrasó con el voto latino en la contienda a senador federal de Florida. Empero, ahí el voto latino es diferente al resto del país. El Sur de la Florida concentra al voto cubano. En 2008, 40% de este voto favoreció a Obama, pero esta vez estuvo energizado por el disgusto con las políticas de la administración y por la presencia de Rubio en la boleta. Incluso ganó la gobernación un republicano de línea dura en inmigración, Rick Scott, a quien los demócratas enfrentaron tímidamente en ese frente.
Esta contienda tiene implicaciones nacionales para los demócratas, sobre todo para los esfuerzos de reelección de Obama, cuyo triunfo en la Florida en 2008, con el impulso del voto latino, lo ayudó a ganar la Casa Blanca. Faltan dos años y mucho depende de quién sea el candidato republicano a la presidencia, pero Florida es un botín y los demócratas deben alistar estrategias para volver a enamorar a los votantes latinos.
En Nevada, los latinos salvaron a Reid de perder su escaño ante Angle, quien explotó el tema de la inmigración indocumentada, tachó a los hispanos de delincuentes y declaró a Reid como “el mejor amigo de los ilegales”. El líder prometió el domingo que llevaría el proyecto DREAM Act al pleno de la Cámara Alta independientemente de los resultados de anoche. Ya veremos.
Las lecciones de la noche del martes son varias: No debe darse por un hecho el voto latino porque su participación puede ser decisiva en algunas contiendas.
Aunque los latinos prefirieron mayormente a candidatos demócratas sobre republicanos, también probaron que son un voto oscilante y que necesitan más que palabras bonitas y promesas de último minuto.
Por su parte, los republicanos podrán celebrar sus triunfos y tomar como ejemplos a Rubio, Martínez y Sandoval de que los republicanos no son anti hispanos porque eligen figuras republicanas latinas en estados de fuerte presencia hispana. Sin embargo, lo hacen con plataformas que no necesariamente abordan las necesidades de toda la comunidad hispana, sobre todo en inmigración.
Además, para atraer un porcentaje de votantes latinos con el cual mantener su viabilidad como partido nacional y competir por la Casa Blanca en 2012, los republicanos tienen que reparar la imagen de anti hispanos que con tanto ahínco han cultivado. Y de momento no parece haber mucho progreso a juzgar por el coro de voces pro deportaciones masivas que dominará la Cámara Baja y que ha dominado el discurso republicano en el Senado.
Los demócratas, por su parte, subestimaron la ira del votante y se durmieron en sus laureles. Aún así, el voto hispano contribuyó a que no perdieran el Senado, un voto para el cual la reforma migratoria es primordial.
A ver si la sacudida del martes los hace reaccionar.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva y analista de America’s Voice