Como si esta elección presidencial careciera de drama, el viernes la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) lanzó la sorpresa de fines de octubre anunciando que investigará nuevos correos electrónicos pertinentes a la ya cerrada pesquisa sobre si ayudantes de Hillary Clinton o la propia ex-Secretaria de Estado y nominada presidencial demócrata manejaron información clasificada inapropiadamente.
Los correos investigados no pertenecen a Clinton sino a su asistente, Huma Abedin, y fueron descubiertos en medio de otra pesquisa, la que el FBI sigue contra el todavía esposo de Abedin, el excongresista demócrata, Anthony Weiner, por supuestamente enviar mensajes de texto inapropiados a una menor de 15 años de edad.
Pero el bombazo le inyectó una muy urgida energía a la campaña del republicano Donald Trump, que declara en cada oportunidad que Clinton es la persona más “corrupta” en buscar la presidencia. Trump está rezagado en diversos sondeos a nivel nacional, y se muestra una lucha cerrada en estados pendulares. Con millones de votantes todavía indecisos, la campaña de Trump se aferró a la noticia como su tabla de salvación.
Trump, sin tener idea de qué contienen los correos, recurrió, como es su costumbre, a la hipérbole y se atrevió a decir que esto “es peor que Watergate”. Nadie como Trump para exagerar y explotar el asunto a su favor. Súbitamente parece que la elección no está tan amañada, como ha estado denunciando durante las pasadas semanas.
La interrogante es si Trump dejará que los acontecimientos obren en su favor o si, como hace a cada oportunidad, sus peores instintos lo dominan reforzándole al electorado su falta de temperamento para la presidencia.
La otra interrogante es si ello reforzará ante el electorado la imagen de falta de transparencia que tiene de Clinton.
Tanto Clinton como Trump no gozan de la confianza de los votantes.
Pero en una elección tan tóxica como esta, mayormente gracias a Trump, Clinton ofrece el conocimiento, la experiencia y el temple requeridos para dirigir al país. Queda por ver el efecto del bombazo en la psique del votante.
Y aunque esta noticia solo echa leña al fuego, los miles de emails no cancelan la realidad de que Trump y su mensaje de prejuicio y división son una amenaza para la democracia.
La mala sangre que emana del discurso electoral es tal que rebasa a los candidatos. Ha salpicado las discusiones en los programas de análisis político y algunos de estos analistas parecen querer irse a las manos defendiendo a sus candidatos. Lo mismo se ve en algunos mítines e incluso entre familiares y conocidos divididos por uno de los ciclos electorales más surrealistas y negativos de la historia reciente.
Ya falta menos.
Pero en cuestión de días se sabrá si el ‘reality show’ infernal apenas comienza.
Maribel Hastings es asesora ejecutiva de America’s Voice.