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El rostro humano de la migración

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Aun sin una solución total, los solicitantes de asilo en Nueva York, al igual que en otras grandes ciudades de Estados Unidos, han tenido que esperar durante ya largo tiempo en albergues que literalmente ya no tienen cupo, o bien pernoctar en las calles esperando una respuesta que no llega. Mientras tanto, el fenómeno del tráfico de migrantes sigue su marcha sin parar con “coyotes” que lucran con la necesidad humana que apunta siempre hacia la frontera México-EEUU. Por si fuera poco, otros migrantes ya instalados años atrás empiezan a sufrir el arribo de nuevas tecnologías que amenazan con sustituir su fuerza laboral.

►“Cuando nos sacan, nos mandan a una dirección, que es esta, a esperar una pulsera; y mira, nos mandan un número todavía, y yo ya llevo tres días durmiendo en la calle”: Miguel Aguilera, migrante venezolano. “(Dormía) en una iglesia, donde te dan una sábana nada más y duermes en el piso”: María Alvarado, migrante venezolana.

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►“Cada paquete tiene un costo diferente dependiendo de la situación de los migrantes. Si es una unidad familiar, si traen menores de edad, si vienen solos, dependiendo del lugar de origen, cambia la modalidad y la tarifa; por ejemplo, los de Uzbekistán pagan hasta 40 mil dólares, los chinos 20 mil, los de Centroamérica 7 mil dólares, los ecuatorianos 10 mil… [Los migrantes] ya traen de su país de origen adónde los van a volar, qué selva van a cruzar y la [promesa] de que van a cruzar la frontera de manera irregular, pero con su protección [del ‘coyote’]”: David Pérez Tejada, titular del Instituto Nacional de Migración de Baja California, México.

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►“Nos están quitando nuestro trabajo en sí, ¿verdad? Está bien si hay tecnología, no estamos opuestos a eso. Está muy bien si tenemos training (entrenamiento): también estamos para aprender nuevas cosas, la nueva tecnología. Pero ya cuando se trata de nuestras posiciones, pues sí nos afecta mucho porque nos van a quitar nuestro trabajo”: Samantha León, trabajadora inmigrante en casinos de Las Vegas.

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