En realidad no ha sido una gran sorpresa el respaldo que dio el National Border Patrol Council a la candidatura de Donald Trump, tan llena de epítetos racistas y xenófobos desde el principio de su campaña, pues a este grupo se le ha vinculado con bastante frecuencia con organizaciones de extrema derecha y decididamente antiinmigrantes.
Tampoco sorprende que quienes protegen una frontera que pertenece a la nación –no al magnate de bienes raíces en particular— se hayan dejado embelesar por un discurso separatista y prejuicioso, pues finalmente son ellos quienes están directamente en el terreno de los acontecimientos y, se supone, le tienen tomado el pulso a la frontera, para bien y para mal.
Lo que sí sorprende, indigna y obliga a pensar en ese grupo como una fuerza de choque –quizá se ven ya en el papel de ser miembros de esa fascista idea de una “fuerza de deportación” como la que propone el multimillonario— es el tono de su comunicado, una especie de manifiesto antiinmigrante en el que vierten su verdadera esencia al anunciar su respaldo a Donald Trump, a pesar de que, como aclaran en su texto, no suelen apoyar a candidatos presidenciales en la etapa de primarias. Siempre hay una primera vez en que aflora el ultranacionalismo que coquetea con el fascismo.
Una de las partes más sintomáticas de la justificación de su respaldo a Trump es cuando dicen que “se puede juzgar a un hombre por quienes se le oponen: toda la gente que es responsable de los problemas que hoy aquejan a Estados Unidos se oponen al Sr. Trump”.
Los más de 11 millones de inmigrantes indocumentados, por ejemplo, no tienen seguramente una opinión favorable del magnate, que propone de manera populista perseguirlos y deportarlos en un periodo de 18 a 24 meses si llega a la presidencia, una más de sus temerarias baladronadas fascistoides.
Más allá de repetir la letanía antiinmigrante que lo ha caracterizado desde el principio, tomando como chivos expiatorios a quienes ha convertido en su antítesis –básicamente los mexicanos, a quienes en buena medida ha responsabilizado de todos los males que aquejan a este país, al considerarlos “violadores”, “traficantes de drogas”, o “criminales” en general–, el mensaje que envía el NBPC con su respaldo a Trump es que está del lado no de la sociedad estadounidense, que tiene en su mayoría un espíritu pro inmigrante como se muestra encuesta tras encuesta, sino que respalda un peligroso retroceso histórico en términos no solamente migratorios, sino económicos y culturales, aspectos todos que le han dado un nuevo rostro a Estados Unidos como nación multicultural.
Tratar de eliminar esa realidad es negarse a aceptar un desarrollo histórico que les pasó por encima hace mucho tiempo.
Aseguran también los del NBPC que Trump está en lo correcto cuando dice que el tema migratorio no estaría al frente de su campaña presidencial si hace meses no hubiera hecho “esas valientes y necesarias declaraciones”, además de que para ellos “no hay mayor amenaza física o económica actualmente para los estadounidenses que nuestra frontera abierta”.
Si todo se redujera a eso, Estados Unidos no sería una nación de instituciones, de Estado derecho ni de elecciones libres.
Será por eso que los del NBPC dicen necesitar “a una persona que no le tema a la prensa” y “que sea pro militar”, entre otras cosas.
En efecto, parece que necesitaban ya un candidato a modo para dar salida en la primera oportunidad a un manifiesto antiinmigrante que los pinta de cuerpo entero.