Las recientes detenciones de varios jóvenes centroamericanos en Carolina del Norte se han convertido en la nueva modalidad de los operativos de las autoridades inmigratorias, según recuento de familiares, organizaciones y medios locales, que califican de “estado de emergencia lo que le están haciendo a los jóvenes” que llegaron por decenas en 2014 “en busca de refugio tras la violencia desatada en sus países, sobre todo de las pandillas”.
Publicadas desde el primer momento por el semanario Qué Pasa, las historias remiten a momentos de terror y angustia padecidos por los jóvenes y sus familias, como el caso del hondureño Wildin David Guillén, detenido en Durham el jueves por la mañana cuando se disponía a ir a la escuela, justo enfrente de la casa de sus padres.
La publicación cita al padre de Wildin David, Héctor Guillén, quien narró que su hijo “salió a calentar el motor de su auto para irse al colegio cuando fue interceptado” por los agentes de ICE, “que llegaron vestidos de civil y estaban esperando en el complejo de apartamentos”.
Lo que contó después es aún más desgarrador: “Cuando me asomé ya vi que lo estaban agarrando. Eran dos y cuando abrieron su chaqueta mostraron que eran de ICE”. Este padre hondureño no pudo hacer nada por su hijo, tuvo que quedarse dentro de la casa para evitar su arresto y así salvar además a su hija de 16 años.
“Lo que está ocurriendo aquí es un estado de emergencia”, asegura categórica a America’s Voice Ana Miriam Carpio, fundadora de la organización UNISAL, de Charlotte. “Por eso es fundamental el apoyo de la comunidad y otras organizaciones para que esto pare. La gente está muy asustada”.
En efecto, los padres de Wildin cuentan además que están destrozados porque los agentes arrestaron a su hijo, acto que califican de injusticia porque “él ha venido a este lugar con buenos propósitos y lo había demostrado”, como contaron a Qué Pasa. Wildin llegó como muchos otros jóvenes centroamericanos en 2014, grupo en el que las autoridades migratorias han enfocado las deportaciones.
Pero no es el único caso, como lo confirma UNISAL. Al menos tres familias salvadoreñas se encuentran en la misma situación: Yefri, de 18 años, fue detenido el miércoles 27 en la parada de autobús de su escuela; Pedro Arturo fue arrestado un día antes cuando se disponía a ir a trabajar, y Óscar Alfredo, también de 18, fue capturado en su automóvil cuando se dirigía al trabajo.
Esto ha empezado a crear una nueva ola de pánico entre la comunidad centroamericana, dice Miriam Carpio, dado que “la vida de nuestros jóvenes está en peligro si son deportados, porque el problema de las pandillas es muy grande en Centroamérica”.
Y menciona lo que en su opinión las autoridades no han tomado en cuenta al enfocarse ahora en estos jóvenes centroamericanos que sólo han venido a buscar a Estados Unidos una forma de salvarse, en primer lugar, y de tener una nueva oportunidad en la vida: “Nuestros jóvenes corren el riesgo de encontrar la muerte si son regresados allá”.